Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.
Todo empezó en un tren.
No entiendo por qué no han querido cambiarse de sitio. Aquí caben cuatro personas y sólo los estamos ocupando el muchacho y yo. Ahora están hablando entre ellos a través del pasillo pudiendo estar juntos. Debe ser así como funcionan las familias hoy en día.
Ay, Señor. Mi hija me dijo que fuera en tren, que el autobús es más lento y más incómodo, pero no sé bien qué decirte. Toda la vida he ido en autobús y nunca me ha pasado nada, ¡y además era más barato!
Espero que esté bien. Hace tiempo que no nos vemos. Desde que se mudó a la ciudad apenas estamos en contacto. Si no se hubiera enfadado tanto con su padre... pero él era incapaz de aceptar el estilo de vida que había adoptado.
Ay, Señor. Juan no ha querido venir. Decía que tenía faena atrasada en el taller y que no podía permitirse perder un par de días, pero sé que en realidad no quiere verla. Y ella seguramente tampoco le quiera ver. Menudo par de cabezotas. Sé que en el fondo quieren dejar de lado sus diferencias, aunque no terminen de aceptar la manera de hacer las cosas del otro.
Menuda velocidad coge esta cosa. No se ve bien por la ventanilla, pasa todo muy rápido. Definitivamente el autobús era mejor. Se lo diré a mi hija.
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