Es buena

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He aquí un nuevo sketch:

Aparece un chico en bicicleta con una botella de agua en la cesta de la bicicleta.
Al cruzar un semáforo golpea el bordillo de la acera y de la sacudida la botella de agua salta de la cesta y cae al suelo. El chico es consciente de que ha caído la botella pero no quiere parar para recogerla. Por eso, mirando hacia atrás, grita a los que están mirando:

"¡Es buena! ¡Pueden cogerla si quieren!"

Y el chico desaparece. Todos los peatones presentes miran la botella pero ninguno la recoge. En cambio, cuando llega alguien al semáforo le dicen la misma frase: "Es buena. Puedes cogerla si quieres."

El sketch muestra más imágenes de gente que llega a ese semáforo y le dicen la frase a lo largo del día hasta que se hace de noche. El bar que hay al lado del semáforo cierra y el dueño pega una nota en la botella que dice: "Es buena. Se puede coger."

A la mañana siguiente un barrendero pasa y mira la botella con su nota, pero no la coge. Se va mostrando cómo pasa más gente de nuevo y de repente pasa el chico de nuevo por ahí. Ve la botella, se agacha a cogerla y dice: "Desconfiados..."


"Historias" 05

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[ALERTA SPOILERS]
Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.
 
 
 
Llegamos a la intrigante Torre Arena. Resultaba ser un centro comercial en las plantas más bajas, seguido por encima por un montón de oficinas en los pisos superiores y finalmente, donde nos encontrábamos entonces, un mirador enorme que rodeaba todo el edificio.
 
-¡Fíjate, Jeff! Desde aquí se puede ver toda la ciudad.
 
La verdad es que estaba bastante impaciente por echar un vistazo, pero antes tenía que ocuparme de lo que había ido a hacer allí. No había mirado la hora desde que dejamos el metro, pero calculé que debían ser las siete y cuarto más o menos. Había tiempo de sobra para verlo todo. El sitio estaba claramente pensado para fines turísticos: un paseo muy ancho para ver la ciudad desde cualquier ángulo, cafeterías y restaurantes por la parte interior del mirador, prismáticos para ver los paisajes más lejanos y, evidentemente, gente a rebosar. Bastantes parejas, grupos de turistas, niños corriendo de un lado a otro... Desde luego no se trataba de un lugar íntimo, fuera para lo que fuera la misteriosa cita a la que invitaba la tarjeta de la estación.
 
Gina había ido corriendo a asomarse al borde, pero yo aún estaba prácticamente en la puerta del ascensor que nos había subido. Entre los dos vi una rosa de los vientos pintada en el suelo. Gina estaba mirando justamente el norte, pero dada la hora que era seguro que era mucho más emocionante mirar al oeste. Justo al mirar hacia mi izquierda encontré lo que buscaba: una estación meteorológica. Indicaba que eran las 19:18 (en fin, me fui un poquito), la temperatura era de veintitrés grados Celsius, la presión atmosférica de mil seis milibares y la humedad relativa del cincuenta y cuatro por ciento. Encima de la estación había una veleta que indicaba que el viento iba en dirección sureste. Me parecía extraño. La tarjeta especificaba que hiciera veintisiete grados. ¿Quería decir eso que sólo ocurriría algo si la temperatura era de veintisiete grados? ¿Qué clase de predicción es esa, para saber la temperatura que hará exactamente en un lugar a una hora concreta?
 
Me acerqué a Gina. Evidentemente, las vistas eran espectaculares. Me sorpendió que fuera gratis subir hasta ahí. Disfruto mucho con la vista aérea de una ciudad, y más aún con ciudades nuevas para mí. Ver un mapa y orientarme rápidamente para saber llegar a los sitios es uno de mis desafíos favoritos.
 
Decidimos dar una vuelta entera al mirador. Teníamos bastante tiempo. Gina aprovechó para señalarme los lugares más característicos de la ciudad, aunque creo que sólo me enseñó otros edificios altos.
 
Se hicieron casi las siete y media y empezamos a buscar entre la gente. Había muchísima, pero un hombre trajeado no podía pasar muy desapercibido por muchas personas que hubiera. Miré el termómetro una vez más. Ahora marcaba veintidós grados. No tenía sentido...
 
Gina y yo empezamos a dar vueltas por el mirador cada vez más deprisa. Tenia que estar ahí ya, no podía tardar en aparecer. Quizás era algo muy fugaz, un intercambio de 10 segundos, el maletín lleno de dinero por las joyas robadas de un palacio austríaco. Seguro que ocurría justo cuando estuviéramos en la parte opuesta del mirador y nos lo perdíamos.

"Historias" 04

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Todo empezó en un tren.

La noche anterior apenas pude dormir. La angustia de mis pensamientos no me había dejado.

Mi padre había fallecido y eso me dejaba sola en la familia. No quedaba ningún pariente cercano con vida, nadie a quien invitar a comer a casa o a quien contarle mi vida entera. La noche en el tanatorio se hizo eterna.

Esa misma mañana fue el entierro y nada más acabó me dirigí a la estación para volver a casa lo antes posible. No me quedaba más que seguir mi vida como hasta ahora, como si nada hubiera ocurrido. Tenía que evitar pensar en todo eso antes de caer en una depresión. La verdad es que era joven para encontrarme en esa situación.

De pronto, a mitad de trayecto, me entraron ganas de llorar. Llevaba aguantándome todo el rato, pero me era imposible aguantar más. Asomé la cabeza para ver si el baño estaba ocupado y mi mirada se cruzó con la de otro hombre. La aparté rápidamente pero, ¿qué estaba mirando? No había nada en el pasillo. Volví a asomarme y le volví a ver. Estaba en esa posición a propósito. Miraba algo pero no sabría decir el qué. Seguramente era un raro.

Lo pensé detenidamente un rato. Podía ser la solución para desviar mis pensamientos. Realmente cualquier cosa sería mejor que volver a casa y hundirme en la miseria. Volví a echarle un vistazo y seguía haciendo cosas extrañas. Sonreí al darme cuenta de que era capaz de olvidar por un instante mis problemas.

Cuando llegamos a la estación bajé del tren y seguí al hombre de cerca. Tenía un aire bastante distraído, como si pudieras pasar delante de él sin que se diera cuenta. Casi al final del andén se agachó a coger algo del suelo. Era mi oportunidad. Saqué mi móvil e hice como si hablara con alguien. Así, de forma "accidental" choqué con él.

-¡Oh, perdona! No te había visto. Soy Gina Northwood. ¿Cómo te llamas tú?


"Historias" 03

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Bajé del tren con mi maleta. No era muy grande, era perfecta para el tipo de viaje que estaba haciendo. Tenía lo justo para aguantar un par de días, cosas de supervivencia básica. Lo que más pudiera valorar lo llevaba conmigo mismo. Prolongar mi estancia más de cuatro o cinco días empezaría a ser una derrota, así que directamente hice previsiones de poco tiempo y llevé poco equipaje.

La incógnita del alojamiento se empezó a plantear como un problema. Tenía que procurarme un buen refugio para la noche, pero sin abusar del coste. Ya habían pasado unas cuantas horas desde el mediodía y probablemente me fuera difícil encontrar disponibilidad donde me gustaría. Empecé en considerar pasar alguna noche al aire libre. En esa época del año las noches cada vez refrescaban menos y, aplicando mis conocimientos, podía recoger el material necesario de la calle para no pasar frío durante la noche.

Pensaba en todo eso mientras avanzaba por el andén de la estación. Miraba a mi alrededor y veía bastantes caras conocidas del tren. Sólo unas horas rodeado de extraños y uno ya es capaz de asimilar sus rostros. Es curioso cómo cuando vas a visitar una ciudad acabas cruzándote a menudo con la misma gente que ha ido con el mismo fin que tú. Recorréis juntos un museo sin dirigiros la palabra pero ambos os sonáis mutuamente de algo.

Me fijé en un hombre con traje. Era el mismo que había examinado en el tren. Llevaba el mismo maletín. Me fijé porque dejó de caminar bruscamente para sacar su teléfono móvil de dentro de la chaqueta. Al hacer esto una pequeña tarjeta blanca cayó al suelo, pero él siguió caminando sin darse cuenta. Me acerqué a esa posición y, sin llamar mucho la atención, me agaché y recogí la tarjeta. Levanté la cabeza pero no vi ni rastro del hombre con traje, así que no podía devolvérsela. Sólo tenía dos líneas escritas:

Torre Arena
27º 19:30

El nombre no me decía gran cosa, así que tocaba sacar información de los números. 19:30 tenía que ser una hora, no podía ser mucho más. En cuanto a 27º... ¿una temperatura...?

Mi pensamiento quedó interrumpido porque alguien se tropezó conmigo. Todavía no me había incorporado del todo después de recoger la tarjeta, pero no creo que estuviera tan escondido para no ser visto.

-¡Oh, perdona! No te había visto.

¡No era posible! Era la misma chica que me había estado mirando en el tren (bueno, a lo mejor). Tenía un móvil en su mano izquierda con el que parecía que había estado hablando, pero lo cerró y lo guardó sin despedirse de nadie.

-Soy Gina Northwood. ¿Cómo te llamas tú?

Caray, qué pregunta más directa. Al final va a ser que viajaba sola, aunque ni siquiera llevaba equipaje. No me hace mucha gracia dar mi información a desconocidos, pero dado que ella había mostrado confianza me tocaba mostrarla a mi también. No se podía tratar de una trampa.

-Yo soy Jeff, Jeff Lems. Encantado.
-¿Qué es eso que tienes en las manos?

Debía parecer extraño. Después del golpe y todo el lío todavía estaba casi de cuclillas en el suelo sosteniendo la tarjeta sin descifrar. Estuve a punto de decirle que era una larga historia, pero recordando que justamente no tenía ninguna historia me pareció demasiado irónico para decirlo en voz alta.

-Es difícil de explicar.- dije tras incorporarme finalmente.
-¿Es una especie de mensaje en clave?
-Para nosotros sí. Para alguien debía contener toda la información que necesitara.

Gina cogió la tarjeta de mis manos y la leyó.

-¡Yo sé dónde está la Torre Arena!

Vaya, qué oportuno.

-¿En serio? ¿Es un sitio real?
-Claro. No eres de aquí, ¿verdad? Te sonaría de algo el nombre.
-Ya, supongo. ¿Crees que podría llegar allí antes de las siete y media?
-Bueno, si sabes moverte rápido por la ciudad es posible. Está en las afueras y tiene un mirador enorme desde el que lo puedes ver casi todo. Puedo acompañarte si quieres.

No me hacía mucha gracia la idea de asociarme un acompañante, pero ella parecía conocer el lugar y yo no quería perderme la cita que anunciaba la tarjeta.

-Está bien. Si realmente no te importa, salgamos cuanto antes.
-¿No te molestará la maleta?
-¡Qué va! Apenas tengo cosas dentro.
-Bien. Salgamos de la estación por ahí.

Max Planck

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Max Planck. No sé si habréis oído hablar de este señor. Hasta hace una semana para mí significaba sólo el nombre de alguien que sacó una constante universal para calcular la energía de un fotón, pero esta semana he aprendido tantas cosas relacionadas con el trabajo de este hombre en tan diversas fuentes sin relación ninguna que he decidido juntar todo lo que sé ahora aquí.

Para empezar me ha parecido enormemente curioso que al abrir el navegador de internet para escribir esta entrada se ha abierto Google y la imagen que tenía era la siguiente:


Este doodle simboliza el aniversario del nacimiento de Niels Bohr. Bohr es sumamente conocido por sus teorías sobre la estructura atómica, que los electrones se ordenan en capas alrededor del núcleo del átomo, etc... Sin embargo, la ecuación que se ve en el Doodle no es ni más ni menos que la que comentaba antes que sirve para calcular la energía del fotón a partir de su frecuencia, siendo h la llamada constante de Planck, que le dio a éste el Premio Nobel de Física cuatro años antes que a Bohr por su trabajo. Muy oportuno, Google...

Voy a desviarme un poco del tema para llegar a entender más lo que viene al final. Hablemos de temperaturas. Prácticamente todo el mundo sabe que existe un cero absoluto de temperaturas. Un punto en el que ya no queda nada de energía y todo está completamente quieto. Este punto equivale a 0 Kelvin o a -273.15 grados Celsius. Bien, si a partir de ahí empiezas a aportar energía, la energía cinética de las partículas se transforma en calor, aumentando poco a poco la temperatura.

Chachi, pero... ¿existe un límite superior de temperaturas? ¿se puede aportar energía infinitamente hasta llegar a una temperatura infinita? ¿cómo de caliente se pueden poner las cosas?

El Sol está bastante caliente, ¿no? En su superficie, la temperatura es de 5500 grados Celsius. Pero en su centro, donde la fusión ocurre, la temperatura es ridícula. Pueden llagar a conseguirse temperaturas de 15 millones Kelvin (15,000,000 K). [A estas alturas, la diferencia entre grados Celsius y Kelvin es bastante despreciable, así que si no sabéis convertir Kelvin a grados Celsius imaginad que a partir de ahora cada vez que diga Kelvin son grados Celsius, porque voy a dar todos los valores en Kelvin.]

Bueno, 15 millones Kelvin dan para mucha energía. De hecho, pensando que el Sol está a casi 150 millones de kilómetros de nuestro planeta, sorprende saber que esa energía que irradia es capaz de llegar tan lejos hasta nosotros para aportarnos calor. De hecho, si se te ocurriera calentar la cabeza de un clavo a esa temperatura, la energía que irradiaría lo destruiría todo a 1500 kilómetros a la redonda.

¿Y dónde entra Planck en todo esto? Espera un poco, ya casi estamos.

Hablando de energías, todo objeto que se encuentre por encima del cero absoluto de temperaturas emite cierta radiación electromagnética debida a la transmisión de calor por radiación. Esa energía que emite nos da información sobre la temperatura de ese objeto. Nosotros no emitimos esa radiación en el espectro visible, pero lo hacemos en el entorno infrarrojo. De modo que nuestro ojo no es capaz de varla, pero las cámaras de infrarrojos sí que pueden.

Para conseguir que un objeto emita luz en el espectro visible tendrás que aumentar su temperatura hasta lo que se conoce como el punto Draper (798 K ó 525 ºC). Es por eso que la lava incandescente o el acero fundido emiten una luz rojiza.

Se puede calcular la longitud de onda que emite un objeto si conocemos su temperatura, de forma que a medida que se aumenta la temperatura, la longitud de onda emitida se hace cada vez más pequeña (la longitud de onda es inversamente proporcional a la energía, así que menos longitud de onde implica más energía).

Volviendo un momento al Sol, la temperatura en su centro no está ni cerca de ser la temperatura más alta del universo. Por ejemplo, el pico de temperatura alcanzado durante una explosión nuclear es de trescientos cincuenta millones Kelvin (350,000,000 K), aunque no cuenta del todo porque esa temperatura se alcanza en un tiempo diminuto.

En el centro de una estrella ocho veces más grande que nuestro Sol, en su último día de vida, cuando colapsa en sí misma, es capaz de alcanzar una temperatura de 3 mil millones Kelvin (3,000,000,000 K o 3 GigaKelvin).

En Suiza, ciéntificos del CERN han conseguido colisionar protones en núcleos de átomos, alcanzando temperaturas entre 2 y 13 ExaKelvin (2,000,000,000,000,000,000 K). Pero estamos bien porque esa energía no dura apenas nada y sólo involucra a unas pocas partículas.

Vale, pues ahora toca meter a Planck en todo esto. Max Planck es considerado como el fundador de la mecánica cuántica, que no está nada mal. ¿Recordáis que hace poco comenté lo jefe que era Newton por inventar el cálculo infinitesimal para resolver sus problemas? Pues no sabría decir quién de estos dos es más "badass".

Lo más "badass" que hizo Planck al establecer la teoría cuántica fue crear el sistema de unidades de Planck, con el que básicamente puso límites al universo. Estas unidades las consiguió simplificando algunas constantes universales y calculando entonces las unidades básicas del universo.

De forma que tendríamos la Temperatura de Planck. La Temperatura de Planck es igual a 1,41E32 K (141,000,000,000,000,000,000,000,000,000,000 K) y es la temperatura más alta que se podría alcanzar en el universo. La radiación que emitiría de la forma que he explicado antes tendría una longitud de onda de 1.616E-35 metros (0.00000000000000000000000001616 nanometros), que de nuevo, según el trabajo de Planck, sería la distancia más pequeña posible en nuestro universo, la Distancia de Planck.

¿Entonces qué ocurriría si aportáramos un poquito más de energía, sólo un Kelvin más? ¿No conseguiríamos  una temperatura mayor del límite y una distancia menor que la más pequeña posible y nos cargaríamos el universo?

Pues ahí tenemos un problema. Por encima de la Temperatura de Planck, las teorías no funcionan bien. Tendrías algo más caliente... que la... Temperatura. Sería tan caliente que lo que sea no sería considerado temperatura. Teóricamente, no existe límite a la cantidad de energía que se puede aplicar a un sistema. Simplemente no se sabe qué podría ocurrir si se sobrepasara la Temperatura de Planck.

Aparte, Planck estipuló el Tiempo de Planck (5.39E-44 segundos), que equivale al tiempo que tardaría un fotón viajando a la velocidad de la luz en el vacío en recorrer la Distancia de Planck.

También fijó la Carga de Planck y la Masa de Planck (2.18E-8 kg), que sería la cantidad de masa que habría en una esfera de radio igual a la Distancia de Planck que tuviera la misma densidad que el mismísimo universo cuando tenía la edad del Tiempo de Planck.

Espero no haber reventado cerebros con esto.


"Historias" 02

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Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.



Los detalles. Siempre los detalles. Forman parte de mi estilo, y probablemente mi éxito resida en que gusten esos detalles. Son clave para introducirse en la escena. Dan esa pequeña información aparentemente sin importancia que te hace pensar si el que lo cuenta realmente estuvo ahí para fijarse en ellos. Cuantos más detalles, más completo y real es el escenario.

Pero fijarse en los detalles no es fácil, requiere bastante práctica. Primero hay que empezar con cosas sencillas y no muy cargadas para después, avanzando progresivamente, llegar a cosas más complejas y, al alcanzar la maestría, entonces es cuando se está preparado para sacar conclusiones a partir de los detalles. Hagamos un ejemplo ahora mismo, yendo del nivel más básico al más avanzado.

El asiento que tengo enfrente de mi tiene un recubrimiento de color azul y en la parte inferior hay una rejilla con algunos folletos y revistas de medidas de seguridad y publicidad de la compañía de tren. No hay ningún apoyo para los pies debajo del asiento. Si me hubiera encontrado subido al tren sin ningún recuerdo de cómo llegué aquí tendría bastante información. Con todo esto podría deducir que no viajo en primera clase y si examinara bien la revista podría acabar suponiendo a dónde me dirijo, o al menos dejar un número reducido de posibles destinos.

Asomo la cabeza por el pasillo y... un momento... ¿esa chica me estaba mirando? En fin, asomo la cabeza y visualizo todo el pasillo. Empiezo a contar una a una las filas de asientos hasta llegar a la mía. Uno, dos, tres, cuatro,... ¡otra vez! juraría que me estaba mirando a mí. Me salen trece filas. Alzo la vista para ver el número del asiento impreso en el portaequipajes al otro lado del pasillo y corroboro mi cuenta. "13 A-B" indica la pegatina, así que de esto podría sacar dos cosas. Primero, todavía tengo la capacidad de contar de uno en uno y, segundo, las pegatinas del tren son de fiar. Estas conclusiones no son gran cosa, pero no se puede sacar mucho de lo trivial. Podría observar un rato el paisaje, pero no estoy al lado de la ventanilla y no vería muy bien.

Ahora que ha quedado claro el mecanismo y he calentado un poco podemos pasar a un nivel superior: las personas. Las personas ofrecen infinidad de detalles, pero hay que saber verlos. No a todo el mundo le hace gracia ser observado fijamente, así que hay que ser un poco sutil y actuar con disimulo. Por ejemplo, no podría sacar mucho del hombre que tengo a mi lado, distraído mirando por la ventanilla, porque se sobresaltaría si me descubriera examinándole y tampoco hemos entablado más confianza que la de un saludo al sentarnos juntos. Abrir una conversación a estas alturas del trayecto sería extraño. De todos modos, mi posición es más o menos privilegiada para observar a los demás, o por lo menos a los que están sentados en el lado del pasillo como yo. ¡Otra vez me estaba mirando esa chica! Creo que voy a tener que empezar con ella.

Como he comprobado que las pegatinas de los asientos son de fiar sé que está sentada en la fila nueve, en el mismo lado que yo. ¿Por qué razón estaría mirando tanto hacia atrás? En un ataque de ego personal he pensado que me estaba mirando a mí, pero no tiene sentido que lo haya hecho tantas veces. Tiene que haber otro motivo. Tal vez quiera ir al baño y esté esperando a que esté vacío. Hmm, está sentada al lado de un chico. Posiblemente sea su novio, los dos parecen más jóvenes que yo. Maldita sea, no consigo nada de detalle desde mi sitio. Unas caricias o unas palabras al oído entre ellos me darían la razón, pero no puedo saberlo.

Esto está resultando un tanto frustrante, voy a cambiar de objetivo. Al fondo veo asientos para cuatro personas. Uno de ellos está ocupado por un niño pequeño y enfrente de él hay una señora bastante mayor. Yo diría que es su abuela. Sin embargo, el niño está hablando con alguien que está sentado al otro lado del pasillo. Seguramente sean sus padres, por lo que se tratará de una especie de vacaciones en familia.

¡Oh, esto sí que es curioso! Un poco más cerca, sobre la fila cinco, hay un hombre trajeado y lleva un maletín en sus manos. Podía haberlo dejado en el portaequipajes que tiene encima pero eso le debió parecer demasiado arriesgado. Lo más seguro es que dentro del maletín haya algo frágil, como un portátil o algo electrónico que haya que tratar con cuidado. Lo que está claro es que para él tiene suficiente valor como para no soltarlo de las manos durante el viaje.

Sí, ha sido un fracaso de experimento. ¿Pero qué podía esperar? No se puede descubrir al ladrón de las joyas si nadie ha robado joyas. Además, mi posición me limitaba bastante para ver las cosas. Tendré que practicar un poco más estos días. De momento he visto bastante de esta escena. Voy a cerrar los ojos hasta que el tren llegue a su destino.

The Highest Flight

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He aquí la primera letra que escribí jamás, hace ya más de tres años.

Hace unos meses hablé en este blog de la música y comenté su característica de almacenar recuerdos y transportar emociones a través del tiempo.

Esta canción también habla de la música y comenta otra gran característica de ella. El título se refiere al estado que puedes sentir al estar bajo el efecto de las drogas, algo así como "el gran colocón". Entonces trata de comparar la euforia y energía que es capaz de transmitir la música con la que te puede aportar una droga, solo que mucho más sano.

Así que aquí tenéis una canción sobre la música para que oigáis hablar de música mientras escucháis música. Musicception.



I love all around me
When music surrounds me
I fear the silence
It makes me feel lonely
When luck is on my side
The problems are all gone
There's nothing to worry about
And I feel free.

Energy flows on me
I feel powerful
Almighty, that is me
When the melody starts
Cause music is the
only drug in my life.

Notes are flowing into my head
I'm excited and satisfied
I can't stop it, I want more of it
I'm just having the highest flight.

Nights are going passing by
It's the music who RULES MY SYSTEM!
I can't stop it, I want more of it
It's the music who RULES MY SYSTEM!
Notes are flowing into my head
It's the music who RULES MY SYSTEM!
I can't stop it, I want more of it
I'm just having THE HIGHEST FLIGHT!

"Historias" 01

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Todo empezó en un tren.

Salía a la búsqueda de historias. Nada me llamaba a hacer ese viaje, simplemente la esperanza de encontrar lo que necesitaba. No hago gran cosa, me dedico a escribir. Paso un tiempo recluido, amoldando y retocando las historias que tengo y cuando las termino voy a publicarlas. Eso es lo que me da dinero y me da la capacidad de sobrevivir en esta sociedad. A veces gano bastante, a veces gano poco, y a veces ni gano. Eso es lo que determina mi existencia más próxima. Si no tengo mucho dinero no me queda más remedio que esforzarme y conseguir otra historia antes de agotar mis recursos. Lo malo de mis historias forzadas es que nunca figuran entre las mejores.

Por suerte, ahora mismo no estoy en ese caso. Mi última historia fue bastante provechosa y me he podido permitir unos meses de reposo. Aún así, empiezo a ver el fin de esta tranquilidad. Un viaje en tren significa sin duda acercar más ese fin, pero también implica potenciar la inspiración. De modo que es un riesgo que estoy dispuesto a tomar.

Alguien dijo una vez que las historias sólo les ocurren a aquellos que son capaces de contarlas. De la misma forma, las experiencias sólo les ocurren a aquellos capaces de vivirlas. Hasta hoy he contado bastantes historias, aunque no todas las viví personalmente. Esta vez busco una experiencia propia, algo que vivir para contarlo, aunque realmente prefiero dejarlo en manos del azar y que me ocurra lo que me tenga que ocurrir. Lo malo es que eso incluye la posibilidad de volver con las manos vacías, y eso no sería nada bueno.

Es curioso. Apuesto a que cada persona de este vagón tiene una historia, algo que contar si les preguntara qué hacen en el tren. Probablemente la mayoría serían irrelevantes e intrascendentes para la existencia humana, lo cual no tendría mucho éxito comercial. No es que esté pensando en robar la historia de otro, no soy un ladrón. Voy buscando la mía.

Pero ese es el asunto: mi historia es que no tengo historia.

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¡Saludos, gente curiosa!

El motivo de esta entrada es bien distinto a todo lo que haya podido haber antes en este blog.

Pretendo anunciar un tipo de entrada periódica que habrá próximamente aquí. Recientemente tuve una inspiración para una historia y la estoy convirtiendo en parábola, novela corta, relato corto no tan corto... no sé muy bien cómo clasificarla.

De hecho mi intención es dar el mínimo de información posible, pues quiero que os enfrentéis a ello totalmente como un plato frío que hay encima de la mesa y que lo vayáis descubriendo poco a poco hasta que lo digiráis por completo.

Lo único que puedo decir de momento es que, si todo va bien, cada viernes en este blog habrá una parte nueva de este relato que tengo en mente.

El objetivo de poner este horario es motivarme para escribirlo. Llevo más de un mes con la idea pero lo voy retrasando constantemente. Si siento un poco de presión por haberme puesto fecha de entrega me aseguro de que al menos voy a sacar algo de la idea, que es bastante mejor que dejarlo como nada.

Así que ya sabéis. Si queréis seguir el proyecto personal más grande que probablemente haya creado no tenéis más que hacer una visita semanal por aquí.

Sed buenos, lavaos el pelo y nos veremos próximamente.

Surrealismo universal

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No siempre es necesario irse a otros universos para vivir experiencias surrealistas y extrañas.

Eso es lo que pensé el otro día al recordar una cosa que me ocurrió hace un poco más de un año. Yo tenía 18 años, a punto de cumplir 19, y estaba caminando por el centro.

De repente una mujer me hizo una señal para que parara y me preguntó si tenía más de 18 años. Le dije que sí, y ya que faltaba poco para mi cumpleaños le dije que tenía 19. ¿Qué más daba?

Después me preguntó si tenía un poco de tiempo para hacerme una encuesta. Yo ya había hecho todo lo que tenía que hacer en el centro y estaba a punto de coger una bici para irme a mi casa, así que dije que vale, que no me importaba.

Entonces nos metimos en un edificio que me dio la impresión de ser un hotel. ¡Pero menudo hotel! El pasillo de la planta baja estaba abarrotada de lámparas y adornos dorados, había espejos por todas las paredes y el suelo estaba cubierto por una gran gran alfombra roja. Desde fuera jamás hubiera imaginado que el interior pudiera ser así. Fuimos hasta el final del pasillo, donde había un ascensor, y subimos al primer piso (o tal vez al cuarto, no lo recuerdo muy bien).

El ascensor daba directamente a una sala enorme, como un salón de restaurante gigantesco, solo que habían retirado todas las mesas excepto unas pocas en las que había gente sentada. La mujer que me había reclutado me asignó una mesa en la que había otra mujer sentada y ésta me contó de qué iba el asunto.

Al parecer ciertas empresas de bebidas alcohólicas estaban pensando en lanzar al mercado nuevas bebidas y estaban haciendo encuestas a la gente para ver si tendrían éxito comercial. Había seis bebidas nuevas, de las cuales yo iba a probar tres al azar.

Empezó a pedirme los datos personales. Mi nombre y apellidos, dirección, número de teléfono, etc... Pero cuando me preguntó la edad me paré a pensar. Antes había dicho 19, pero ahora me parecía todo más serio como para mentir, así que dije la verdad. Al decir mi verdadera edad vi una expresión extraña en la mujer que me había cogido en la calle. Se sentía bastante engañada, y apuesto a que incluso empezó a dudar que fuera mayor de edad. Pero no dijo nada y se lo agradezco.

Tras responder otras preguntas generales sobre mí y sobre el consumo habitual de alcohol que tengo me prepararon la primera copa. Llegado a este punto tengo que decir que esta no era ni la primera ni la segunda vez que me hacían una encuesta de este tipo. Y con la experiencia sentía que en esos momentos mi opinión era realmente relevante y servía para algo, así que trataba de ser lo más sincero posible y no me callaba nada.

Primero me preguntaron si me transmitía alegría el aspecto del cubata (antes de probarlo). Le dije que no. Tenía un color parecido al de un melocotón apagado. No llamaba mucho la atención. Después me dijo que lo probara. Le pegué un trago y... ¡Joder! ¡Estaba asqueroso! Nunca me dijeron qué tenía lo que me daban (o tal vez sí, pero no lo recuerdo muy bien), pero aquél cubata no me gustó nada.

Seguí contestando más preguntas sobre esa bebida (¿compraría esta bebida?, ¿se la recomendaría a sus amigos?, etc...), pegando algún sorbo en algún momento para recordar el gusto exacto que tenía, y al acabar me prepararon la segunda copa.

Ésta fue un poco mejor que la otra. Me gustó más y le pegué más sorbos que antes. Respondí las mismas preguntas que me habían hecho con el primero. Los efectos del alcohol empezaban a hacer efecto y creo que empezaron a afectar a mi sentido crítico.

El tercer cubata que me trajeron fue un mojito. Lo interesante del asunto es que era de una empresa que no hacía mojitos y quería probar a hacerlos.

Le pegué el primer trago y me preguntaron si me había gustado. Mi respuesta fue: "Espera que lo pruebe otra vez". La mujer que iba preparando las copas dijo "Uuuy. Éste ya va tocado", a lo que me giré y le dije "¡Eh! Que todavía voy bien".

Terminé la encuesta bien, me dieron un vale descuento para El Corte Inglés y, antes de irme, la mujer me sacó un papel que tenía que firmar. Me dijo que ya que había consumido alcohol, eso era una especie de justificante de que lo había hecho por voluntad propia y que bajo mi propia responsabilidad no iba a conducir un vehículo ni a manejar maquinaria pesada en las siguientes horas. Al explicármelo dije "Genial, porque no he venido en coche" y me acerqué el papel para firmarlo mientras aclaraba "Me voy en bici".

La mujer puso cara de alarma y me sujetó el papel para que no lo firmara todavía. "No, no puedes ir en bici tampoco". "¿Cómo que no puedo ir en bici? Si voy bien". En esa época viví mi máximo exponente de moverme en bicicleta, así que prohibírmelo era una afrenta bastante personal. "Ya, pero si te pararan o algo nos meterías en problemas". Lo pensé un momento. "Vaaale, me iré andando". Y me cedió el papel para firmar.

Entonces la mujer que me cogió en la calle me volvió a acompañar al ascensor y bajamos del cuarto piso (o del primero, no lo recuerdo muy bien) y me dejó en la puerta de aquel edificio.

De repente me acogió una extraña sensación. Me encontraba exactamente en el mismo lugar que media hora antes. Ya debería haber llegado a casa, pero seguía allí, había empezado a oscurecer y tenía cierta euforia alcohólica. Era difícil de entender lo que me había ocurrido. Parecía como si el tiempo hubiera decidido avanzar sin mí durante ese rato, como si hubiera logrado separarme de él.

Dejé de darle vueltas al asunto, cogí una bici y volví a casa.


Trolling

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Si alguna vez tenéis una afrenta personal contra una carnicería y planeáis vengaros pero no sabéis cómo os doy una pequeña idea para sembrar el caos:

Id a la carnicería y fijáos en el número por el que están atendiendo (supongamos para los cálculos que van por el 53). Id a coger número vosotros y mirad qué número es (supongamos que es el 57).
El siguiente paso es arrancar muchos, muchos números. Esos rollos son enormes y cuando pasan del 99 vuelven al 00, así que para hacer esto bien habría que arrancar hasta el número que están atendiendo en ese momento (en este ejemplo es el 53, de forma que el siguiente número que se cogería es el 54).

Si sois capaces de hacer ese paso sin ser descubiertos sois unos auténticos maestros del disimulo.

Ahora sólo falta esperar a que el caos llegue él solo. Pueden ocurrir varias cosas:

La primera opción es que alguien entre a la carnicería y coja un número. Cuando vayan a atender al siguiente dirán "¡54!" y dos personas se verán forzadas a pelear entre ellas por el derecho a ser atendidas ante los ojos atónitos del carnicero. Con suerte el evento se repetirá para el 55, 56 y 57.

Lo segundo es que nadie entre en la carnicería antes de que pasen al 54. Ésto es mucho más rallante para el cliente y el carnicero. El cliente cogerá el número y, si van por el 55, se dará cuenta de que faltan 99 números para que le atiendan. El carnicero pasará al 58 y nadie dirá nada aunque esté ese cliente solo. Entonces le enseñará el número al carnicero y su mente explotará al no entender qué está ocurriendo.

O probablemente piense que es por culpa del imbécil ese que cinco minutos antes salió de la carnicería con las manos llenas de papelitos.


¡SILENCIO!

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He aquí una idea para un sketch:

Hay una reunión de ejecutivos en una empresa. Todo normal salvo por el hecho de que son todos sordomudos.

El director está de pie, liderando la reunión, mientras habla por gestos a la vez que aparecen subtítulos en la parte de abajo.
Entonces un par de personas de la reunión empiezan a hablar entre ellas (por gestos, naturalmente).
El director se da cuenta y deja de hablar de negocios para decir que se callen, que están molestando.
Los que están hablando no se fijan en el director y siguen hablando entre ellos, pero los demás sí que lo ven y ante la situación deciden hablar entre ellos también.

El sketch termina con el director cabreadísimo gritando que todo el mundo se calle y amenazándoles con despedirles, pero nadie le hace caso.

Durante toda la escena no se escucha un sólo sonido.


Lo que te espera

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Una vez al año, sobre ciertas fechas, me reúno con mis distintos "yos", con todos aquellos que en su momento decidieron acudir a la reunión. De este modo puedo tener contacto con el "yo" de 13 años, el "yo" de los 18 años, e incluso el "yo" de los 27 años.

Y cada año hago lo mismo, de forma que ha llegado a convertirse en una especie de ritual anual. Me dirijo al "yo" anterior a mi, le pongo la mano derecha sobre su hombro izquierdo y le digo Lo que te espera. 

El caso es que siempre, justo antes de irme, viene alguien y hace exactamente lo mismo conmigo.



Click

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¿Cuántas veces al día apretáis el ratón? ¿Y cuántas teclas de vuestro teclado pulsáis al día? La respuesta os sorprendería. Y si sentís curiosidad podéis utilizar software como WhatPulse, que os mide eso e incluso la distancia que habéis recorrido con el ratón.

Por supuesto, dependiendo del uso que le estéis dando a vuestro ordenador los resultados variarán de un día a otro, pero se ha estudiado que gente que utiliza el ordenador muy a menudo como oficinistas pulsan de media entre 5000 y 10000 teclas del teclado al día y pulsan el ratón entre 1500 y 3000 veces.

Estar sentado, usando el ordenador, escribiendo y moviendo el ratón quema 20 calorías por hora más que no hacer nada. Si no haces nada, aún usas calorías. Necesitas energía para existir. Tienes que mantener tu temperatura corporal, respirar, bombear sangre y, en algunas ocasiones, pensar. Si queréis saber cuánto es eso para vosotros coged vuestra masa corporal en kg y multiplicadla por 0.02. Obtendréis las calorías por minuto que consumís simplemente por existir.

Paralelamente, no sólo se escribe en teclados. También se escriben muchísimos mensajes de texto por el móvil al día, aproximadamente unos 6 mil millones. (6.000.000.000). ¡Y en la Tierra hay 7 mil millones de habitantes! Al día se escriben las obras completas de William Shakespeare 18000 veces en mensajes de texto.


Esto es una escultura que muestra las teclas del teclado y la relación de frecuencia que tienen entre ellas, siendo las más frecuentes las que más se alejan del teclado. Para los más veteranos en este blog les tiene que parecer curioso que sea la letra E la más utilizada.

Básicamente en cualquier idioma que contenga esa letra es la más utilizada. La letra E es el caracter más utilizado (un 9% del total), pero no es la tecla más pulsada. ¿Sabéis cuál es?

¡La barra espaciadora! Es más o menos el doble de veces pulsada que la letra E.

Ahora que sabemos de la popularidad de la barra espaciadora saquemos conclusiones curiosas. Suponiendo que haya 350 millones de personas en el mundo (como mínimo) que pulsan entre 5000 y 10000 teclas al día y añadiendo todos los mensajes de texto de los que he hablado antes, se puede determinar que en cualquier segundo dado aquí en la Tierra la barra espaciadora está siendo pulsada 6 millones de veces.

6 millones de barras espaciadoras en un mismo segundo. Qué mundo más fantástico, ¿no? Pongámoslo de esta manera. Se tarda una décima de segundo aproximadamente en pulsar la barra espaciadora, así que cada vez que tú la pulsas, estadísticamente hablando, 600.000 personas en todo el planeta hicieron eso justo a la vez que tú.

Así que si alguna vez os sentís muy solos, apretad la barra espaciadora y sabed que más de medio millón de personas están haciendo exactamente lo mismo que vosotros.



A todo esto, mientras escribía esta entrada fui registrando las teclas que pulsaba y tal y el resultado es éste (contando hasta esta frase):
Teclas pulsadas: 3.385
Clicks de ratón: 396
Distancia recorrida: 28,65 metros


Además podéis ver el perfil de frecuencia de las teclas que he pulsado en el tiempo que escribía la entrada (no es lo único que he hecho, pero más o menos).



Sacádicos

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Sí, habéis leído bien el título. Es "Sacádicos". No "Psicóticos" ni "Satánicos" mal escrito.

Los movimientos sacádicos se refieren al rápido movimiento que ejercen los ojos cuando pasan de mirar un punto a otro. En serio, son muy rápidos. Duran entre 20 y 200 milisegundos, o entre 0.02 y 0.2 segundos. Si no alcanzáis a entender la rapidez de eso coged un cronómetro e intentad pararlo en menos de 20 milisegundos. Y si estáis perros y no queréis buscar un cronómetro podéis probar aquí. Después de un buen rato, lo mínimo que he conseguido yo han sido 73 milisegundos.

Bien, pues lo curioso de estos movimientos es que cuando nuestros ojos se mueven se observa una imagen borrosa que se mueve muy rápido (tan rápido como se puedan mover nuestros ojos) que va desde la imagen del punto A que estábamos viendo hasta la del punto B, que es el que queremos ver ahora.

Supongamos un movimiento sacádico que dure 100 milisegundos. Si dibujamos una línea temporal del movimiento tendríamos a tiempo 0 la imagen del punto A, a los 20 milisegundos una imagen borrosa, a los 40 milisegundos otra imagen borrosa, etc... Así, hasta llegar a los 100 milisegundos, donde está la imagen del punto B.

El problema es que nuestro cerebro es incapaz de interpretar esas imágenes borrosas, así que lo que el sistema visual hace es eliminar esas imágenes borrosas y reemplazarlas por lo siguiente que vemos: el punto B.

De modo que la línea temporal queda de la siguiente manera: A tiempo 0 está la imagen del punto A y desde ahí hasta el tiempo final (en este caso 100 milisegundos) está la imagen del punto B.

Esto lleva a una ilusión óptica curiosa conocida como la "ilusión del reloj parado". Probablemente lo hayáis experimentado antes si habéis estado en una clase o en una sala de espera con un reloj de agujas. Estáis echando miradas todo el rato al reloj, impacientes para que llegue cierta hora, y vuestros ojos van y vienen al reloj. Y ahí es cuando ocurre. En cuanto miráis el reloj, ese primer segundo que marca la aguja cuando vuestros ojos la miran parece más largo que todos los demás segundos que vienen después.
Repetís el movimiento y da la impresión de que el tiempo se ha parado, cuando lo que realmente ha ocurrido es que vuestro cerebro ha reemplazado el tiempo que os ha costado mirar el reloj por la imagen de lo primero que veis, que es el reloj. Así que, aparentemente, la manecilla de los segundos tarda un segundo en moverse más los milisegundos que tu cerebro haya reemplazado.
Si queréis comprobar lo que digo pero no tenéis un reloj con agujas cerca podéis utilizar este.

Otra demostración de este efecto es ponerse enfrente de un espejo y centrar la mirada en uno de los dos ojos. Rápidamente hay que cambiar la mirada al otro ojo y no serás capaz de ver tus ojos moverse. Sin embargo, sí eres capaz de ver cómo otra persona mueve los suyos.

Lo realmente estremecedor de todo esto es que ocurre todo el tiempo. Mientras observas el mundo de un punto a otro esa pequeña fracción de segundo en la que el globo ocular se está moviendo se pierde y tu cerebro simplemente lo reemplaza con lo que ves inmediatamente después.

Puede parecer una tontería, pues estábamos hablando de milisegundos hace un rato, pero a lo largo de un día se van sumando hasta llegar a casi 40 minutos.
40 minutos de cada día de nuestra vida los perdemos porque nuestros ojos se mueven.

Realmente curioso. Lo que más me fascina es la paradoja temporal que se crea. Volviendo a la línea temporal de antes, a los 20 milisegundos de movimiento sacádico estamos viendo algo que aún no deberíamos estar viendo. Algo para lo que todavía faltan 80 milisegundos para que ocurra. De algún modo, suena como a ver el futuro. Lo malo es que a escala de milisegundos no es muy emocionante.
Y si no es esto entonces significaría algo así como que nuestra conciencia y nuestra existencia no ocurren a la vez, pues al cerebro le da tiempo a modificar la existencia antes de que la veamos.


En otro orden de cosas, si estáis pensando en cambiar vuestra firma, firmad como jefes de verdad:



Super genius

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Para todos aquellos que estéis metidos en el mundo de la ciencia (o incluso si no lo estáis) os sonará el nombre de Sir Isaac Newton.
Habréis oido a vuestros profesores decir cosas buenas de él, y no les faltan razones.

Newton era jefe. El tío no podía resolver un problema y BAM, inventa el cálculo infinitesimal para resolverlo. Like a boss.
Además avanzó mucho en el campo de la óptica, creó las leyes newtonianas del movimiento, que son la base de la física clásica y explicaba la atracción que tenían los planetas entre sí, y unas cuántas cosas más.
Básicamente, si no fuera por los avances que hizo, la cómoda vida que disfrutamos hoy en día no sería así.

Y no es por desprestigiarle, pero si se dicen las cosas buenas también habría que decir las cosas malas. Esto nunca os lo dirá un profesor o un documental de ciencia. Voy a poner un fragmento del libro "A short history of nearly everything" de Bill Bryson (autor del que hablé no hace mucho):


Newton era un personaje decididamente raro, sumamente inteligente, pero solitario, triste, puntilloso hasta la paranoia, con fama de distraído -cuentan que había veces que, al sacar los pies de la cama por la mañana, se quedaba allí sentado varias horas, inmovilizado por el súbito aluvión de ideas que se amontonaban en su mente- y capaz de las excentricidades más fascinantes. Se construyó un laboratorio propio, el primero de Cambridge, pero luego se dedicó a los experimentos más estrambóticos. En cierta ocasión se insertó una aguja de jareta (una aguja larga de las que se usaban para coser cuero) en la cuenca ocular y recorrió con ella el espacio entre el ojo y el hueso, lo más cerca posible de la parte posterior del ojo, sólo para ver qué pasaba. No pasó nada, milagrosamente... al menos nada perdurable. En otra ocasión, se quedó mirando al sol todo el tiempo que pudo soportarlo para determinar qué efectos tendría sobre la visión. Salió de ello de nuevo sin daño perdurable, aunque tuvo que pasar unos cuantos días en una habitación a oscuras para conseguir que los ojos se lo perdonaran.
Sin embargo, dejando a un lado estas ideas estrafalarias y estos rasgos extraños, poseía un talento superior, a pesar de que soliese demostrar una tendencia a lo peculiar incluso cuando trabajaba en asuntos convencionales. De estudiante, irritado por las limitaciones de las matemáticas convencionales, inventó un procedimiento completamente nuevo, el cálculo, pero después de inventarlo se pasó veintisiete años sin explicárselo a nadie. Trabajó de forma parecida en óptica, transformando nuestra interpretación de la luz y sentando las bases de la ciencia de la espectroscopia; tardó también, en este caso, treinta años en decidirse a compartir los resultados de sus trabajos.
[...]En 1684, el doctor Halley fue de visita a Cambridge y cuando Newton y él llevaban ya un rato juntos el doctor le preguntó qué curva creía él que sería la que describían los planetas, suponiendo que la fuerza de atracción del Sol fuese la recíproca del cuadrado de su distancia de él. Sir Isaac contestó inmediatamente que era una elipse. El doctor, llenó de alegría y de asombro le preguntó cómo lo sabía. "Porque lo he calculado", le contestó. Entonces el doctor Halley le pidió que le mostrase enseguida el cálculo. Sir Isaac lo buscó entre sus papeles, pero no lo encontró.
Era asombroso. Era algo así como si alguien dijese que había descubierto una cura para el cáncer y que no se acordaba de dónde había puesto la fórmula.
[...]Muy de cuando en cuando, unas cuantas veces en la historia, una inteligencia humana produce una observación tan aguda e inesperada que la gente no puede decidir del todo qué es lo más asombroso, el hecho o pensarlo. [...]Hizo inmediatamente famoso a Newton. Durante el resto de su vida le cubrirían de honores y de alabanzas, llegando a ser, entre otras muchas cosas, el primero que fue nombrado caballero en Inglaterra por méritos científicos.

Y ese era básicamente Isaac Newton. Aprovecho para recomendar altamente el libro del que he extraído el texto. Es un libro que te aporta toda la cultura general que habría que tener de ciencia sin llegar a profundizar en las cosas. Además, luego puedes quedar de guay contando historias que nadie había oído nunca como esas de Newton.



Read my mind

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Así que en algún lugar ha sido inventada. Si no me equivoco esto es una máquina que lee la mente. Me gustaría entender cómo lo han montado. Al parecer lo que piensas aparece en esta pantalla pequeña de aquí. Ya hay unas cuántas palabras. Probablemente tenga que ver con lo que estaba pensando ahora. Pongámosla a prueba.

Voy a pensar en una persona en concreto a ver si es capaz de reconocerla. Piensa en Kurt J. Mac. ¿Saldrá su nombre, su cara?
En la pantalla aparece "Male". Bueno, no está mal. Kurt es un hombre, pero no es lo que esperaba. No me ha dado una buena primera impresión esta máquina.
Entretanto en la pantalla vuelve a salir "Male" justo debajo del anterior. ¿En serio? Ni siquiera estaba pensando exactamente en eso. Tal vez Kurt no exista en este universo y por eso no funcionó antes. Eso tendría sentido...
"Alone"
¡Eh! ¿Qué quiere decir eso?
Mierda, como venga ahora alguien y lea esto va a ser difícil de explicar. Según esto mis últimos pensamientos son "Male, Male, Alone".

Rápido, piensa algo totalmente distinto para disimular.
"3 % 6"
¿¿Tres entre seis?? No estaba pensando eso, pero supongo que la máquina no sabía traducir lo que pensaba. Voy a probar esto entonces: Un medio, un medio, un medio...
"5"
¿Q..Qué coño? ¡Esta máquina no va! Me voy de aquí.




Pasta con verduras

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Cogí el plato y salí al terreno de juego. Sabía que iba a haber gente aunque no era realmente consciente de ello hasta que estuve allí. Las gradas no estaban completamente llenas, pero era suficiente para crear un ambiente hostil e intimidante.

Dejé el plato sobre la mesa y me senté en la silla. Iba a empezar de un momento a otro.
Pero, ¿qué esperaba la gente de mí? Simplemente me iba a comer un plato de pasta con unas cuantas verduras. ¿Se puede sacar espectáculo de eso? ¿Hay algún modo apasionante de hacerlo, que mueva a la gente a contemplarlo?

No creo. De hecho, es tan poco emocionante que dudo que estuvieran prestando atención de lo que ocurría en el centro del estadio. Desde mi posición era difícil de ver, así que deduje que desde la suya también costaría ver lo que hacía yo.

De modo que empecé a comer. No sé si me miraban a mí o se entretenían con otra cosa. El caso es que actué como si no pasara nada. Sólo estaba comiendo. Lo había hecho miles de veces antes y la gente que estaba ahí también. No tenía por qué salir nada mal.

Si quieren mirar, pues que miren.


Cumpleaños

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Sabes que se acerca tu cumpleaños cuando lo ves en la fecha de caducidad de los yogures.

Miss Universo

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En serio, no puedo ser el único que vea el tongo que hay en ese concurso.

¿No es sospechoso que siempre gane alguien del planeta Tierra?
¿Y que siempre se celebre aquí?

No sé, ¿seguro que se preocupan de que las invitaciones lleguen a otros planetas?
Aunque entonces lo más seguro es que los demás vengan sólo a reírse en nuestra cara.


Tengo el cerebro demasiado frito.

Música

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La música es una de las cosas de este universo que más me fascinan.

Hoy quiero comentar uno de sus aspectos más interesantes: la música es capaz de guardar tus recuerdos y llevarte de vuelta a ellos con sólo escucharla.

Esto me pasa muy a menudo. Escucho los Presidents of the U.S.A. y vuelvo al año pasado, cuando vivía con mis abuelos. El disco "No line on the horizon" me lleva a las fallas de 2009. Escuchar System of a Down me recuerda a la época en la que jugaba al WOW. Dani California me recuerda el mundial de básquet de Japón de 2006. El disco "Viva la vida" viene con recuerdos de octubre-noviembre de 2008. Icky thump me hace sentir igual que en las pascuas de 2010.

Y eso es lo mágico de la música. No es sólo que te lleve al momento en cuestión, sino que te trae todo lo que estaba pasando en ese momento, como si lo volvieras a vivir exactamente igual.
Es viajar al pasado como espectador, y la música es un vehículo de lujo.


Como apunte adicional, en el futuro volveré a esta época en particular escuchando a Sharon van Etten.


Jefe

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Aquí, para ser jefe hay que currar.



Minuto 55

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El cronómetro marcó el minuto 55 y di cuenta de ello.
Entonces fui consciente de que llevaba 55 minutos mirando un reloj. Podía acordarme de lo que había estado haciendo ese tiempo, pero era incapaz de recordar qué pasó en el minuto 16, o en el 42, ¡o en cualquiera!
Tampoco es que hubieran ocurrido cosas fascinantes, pero desde mi punto de vista no había pasado nada.
Así que empecé a tomar nota de todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor.
Ya habían pasado veinte segundos. Me fijé dónde estaba colocado yo; cuántas personas había a mi alrededor, si estaban sentadas, de pie o de cuclillas; atendí a todas las conversaciones que podía entender bien desde mi posición.
Cuando había hecho un análisis más que completo del momento revisé el tiempo y habían pasado cincuenta segundos. Se acabó, minuto 55. Realmente has conseguido destacar entre los demás. Hasta siempre.
Después vino el minuto 56, y probablemente di cuenta de ello, pero no lo recuerdo bien.


Todo esto no ha sido más que una manifestación de mi cerebro.
Últimamente recibe tanta información al día que le obligo a prescindir de los detalles que no llevan a ningún lado para hacer hueco a lo que quiero que le entre.
De modo que para protestar cogió todos los detalles insignificantes que pudo durante un minuto totalmente aleatorio y no sólo los almacenó, sino que los clasificó como "vitales", así que ahora no hay manera de olvidarlos.

Maldito sea.


¿No, qué?

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Iba en bici camino de casa por el carril bici como hago siempre.

En esto que veo que hay una moto aparcada transversalmente que bloquea completamente el carril. Cuando me pasa esto me pone bastante furioso. Me da igual que sea una moto, un coche o un camión. Simplemente me entran unas ganas de acelerar y estamparme con el vehículo que está obstruyendo el carril enormes.

Pero esta vez no era una moto cualquiera, era una moto de policía. También había dos agentes al lado, así que el espectáculo estaba garantizado.

Bordear el carril bici no era una opción posible, ya que implicaba saltar un bordillo para luego rodar sobre gravilla. No parece lo más adecuado teniendo un carril bici.

De modo que me acerco al punto crítico y, con mis mejores habilidades y a una velocidad de medio metro por segundo, comienzo a pasar entre la moto y el borde sin tocar la moto y sin caerme.

Incluso para mi sorpresa, paso la prueba sano y salvo sin rozar si quiera la moto. Los agentes, igual que yo, habían seguido mi jugada con bastante atención, de modo que no me costó mucho cruzar una mirada con uno de ellos. Mientras mantenía contacto ocular con él agaché la cabeza y negué con un gran gesto de desaprobación.

Yo ya consideraba mi misión completada, pero mientras me alejo oigo un grito que dice: "¡¿No, qué?! ¡¿No, qué?!"

Instantáneamente freno en brusco y bajo de la bicicleta, mientras el agente en cuestión se aproxima a mi. Antes de que diga nada le suelto el rollo:

"Hola, buenas tardes. Me llamo Matías García y soy estudiante de psicología. Últimamente estoy trabajando en este pequeño proyecto. Consiste en hacer gestos de desaprobación a sujetos al azar. Resulta que al verse juzgados por un extraño les vienen a la cabeza toda serie de acciones por las que no se sienten orgullosos y se sienten muy alterados por ello. Su reacción ha sido hasta ahora la más brusca que he estudiado. Debe haber hecho algo muy malo, sin duda. ¿Es suya esa moto?"


Y ahora estoy en el calabozo. Es curioso: revisando la escena mi actitud en todo momento ha sido perfecta dada la situación (gran habilidad y equilibrio en el manejo de la bicicleta y buena capacidad de respuesta al inventar una historia en una situación tan límite), casi heroica (nunca califico nada de heroico). Sin embargo, he llegado a un final malo. Supongo que la próxima vez bastará con cuidar más lo que digo.


Bien, lección aprendida. Me voy a otro sitio.

Ojo por ojo

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Hoy en las noticias ha salido un hombre que lleva 17 años conduciendo una ambulancia y ayer le pasó lo que nunca le había pasado. Recibió un aviso para asistir a una señora mayor, dejó la ambulancia cerca de la puerta como ordena el protocolo, se metió a por la señora, y al salir vio que alguien le había robado la ambulancia.

No tardaron ni diez minutos en pillar al ladrón.
Inexplicable, pues una ambulancia es un vehículo fácilmente camuflable que no despierta sospechas y que además lleva incorporado un sistema de GPS para que otros vehículos de seguridad conozcan su posición en un caso de emergencia.

Al capturarlo, el hombre dijo que sólo necesitaba un vehículo para ir a la ciudad. Un hurra por él.


En otro orden de cosas, anoche aprendí cosas sobre la vieja Mesopotamia, y me llamó mucho la atención el sistema penal de Hammurabi. Estaba basado básicamente en el ojo por ojo, ¡literalmente!

Por ejemplo, si una persona te construía la casa, pero hacía una chapuza y la casa se caía encima de tu hijo, el castigo era que le cayera una casa al hijo del constructor.

Sí, puede sonar justo, pero es totalmente ilógico.
Es lo que tiene el ojo por ojo: ¡monóculos!



Coartada perfecta

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Esta observación la leí hace muchísimo en un libro del gran Bill Bryson en el que hablaba de Australia. Era una especie de guía turística, pero con su manera de contar las cosas.
Realmente sólo leí el primer capítulo del libro y contaba su primera impresión al viajar a Australia. Atención que es curioso.

La idea es que cogió un avión el 3 de enero por la tarde/noche en Los Angeles, California con destino Sydney, Australia. A pesar de que el vuelo no dura más que unas ocho horas, Bill llegó a Sydney la madrugada del 5 de enero.

¿Qué clase de magia negra es esa? ¿Qué ha pasado con el día 4? ¡Australia se lo ha robado! Oficialmente, Bill Bryson no tiene pruebas de haber existido el 4 de enero de ese año.

A partir de este suceso se me abre la imaginación para el juego temporal.
Al hacer la ruta inversa (Sydney, L.A) es posible "recuperar" tiempo. Por ejemplo, puedes atracar un banco en Sydney a primera hora de la mañana del día 13, pongamos, coger un avión a Los Ángeles después y llegar a tu destino la tarde del día 12. Oficialmente, aún quedará medio día hasta que robes el banco. Dedícate ahora a preparar bien tu coartada y que todos sepan que la mañana del 13 estabas haciendo algo completamente diferente, como donar sangre o llevar a tus hijos al colegio. Es más, ¿se atreverían a detenerte la noche del día 12 por los delitos que cometiste el día 13?

Pero bueno, no es la única vez que he visto este fenómeno. Woody Allen dice en "Todos dicen I love you" que un día cogerá un vuelo a París y se tirará de lo alto de la torre Eiffel. Entonces podrá hacer fechorías en Nueva York y estar muerto en Francia a la vez.

De hecho, últimamente vi la solución al problema de que el mundo se acabe el 21 de diciembre. Atentos los escépticos, este consejo os puede ser útil. No tienes más que ir al extremo izquierdo del planeta (efectivamente, si es redondo es imposible, pero se refiere a la parte izquierda del mapa) el día 20 de diciembre y esperar a las 23:59:59. Entonces saltas al otro lado y voilà, ya es 22 de diciembre. Te has saltado todo el fin del mundo.

En fin, otro día hablaré de por qué el mundo no se va a acabar ese día. De momento id organizando el atraco al banco nacional de Australia.


2012

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Cuando tenga nietos les pondré la peli 2012 y les diré que soy uno de los supervivientes.

Luego les diré que cuando tenía su edad conectarse a internet no era tan normal y me verán como un dinosaurio.


The Music Couple

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He aquí lo último que he creado:


Her father told her to stay away from musicians
He said they bring nothing but trouble
But then she met the singer of the group
And now they remain the music couple

Now they remain the music couple

Well she's the drummer in a band
And she got to go with the piano man
Now they play hand by hand
What a lovely music match

Now they remain the music couple

He asked her out with an awesome guitar riff
She answered him stroking her violin
Their love plays for them when the solo comes in
And people gets stunned of this couple's magic

Now they remain the music couple

Furlong

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Los siguientes datos y observaciones fueron testificados y demostrados durante el estudio de la asignatura Transferencia de Materia con la colaboración de Felipe Biosca.

El furlong es una unidad de medida de longitud que ha caído en desuso.
Originalmente se usaba para determinar el recorrido de una carrera de caballos que midiera menos de una milla. De hecho, ocho furlongs equivalen a una milla y un furlong son exactamente 201,168 metros en el fantástico y maravilloso Sistema Internacional.

Esto da rienda suelta a la imaginación. Puedes calcular velocidades en furlongs por hora, caudales en furlongs cúbicos por segundo, etc.

Pero hay otra unidad curiosa, el fortnight (reconocida por Mathcad). El fortnight es una unidad de tiempo y equivale a 14 días. A pesar de eso, en español se llama quincena (alguien demostraría en su día que 14 es igual a 15).

Aquí empieza el juego. Imagina que compras un caballo y te lo llevas a entrenar a tu pista de entrenamiento, que mide exactamente un furlong. Según Wikipedia la velocidad máxima a la que llega el caballo es de 70 kilómetros por hora. Si lo pasamos a furlongs por fortnight (los datos de las conversiones están arriba) se obtiene que en dos semanas tu caballo le puede dar 116917 vueltas a la pista yendo a velocidad constante.

Para saber si te han timado al venderte el caballo hace falta calcular su rendimiento. La manera más lógica (es irónico) de hacerlo es dividir el número de vueltas que le da a la pista en dos semanas entre el máximo de vueltas que podría dar (calculado antes). Ahora depende de cada uno el rendimiento que le quiera sacar a su caballo, pero yo creo que exigirle menos de un 60% sería perder el dinero. Entonces si tu caballo no llega a dar por lo menos 70151 vueltas en dos semanas ya puedes ir pensando en sacrificarlo.

Pero bueno, a lo mejor las carreras de caballos no son lo que te llaman y la ilusión de tu vida fue entrenar una morsa de carreras. Según Wikipedia las morsas alcanzan una velocidad de 24 kilómetros por hora. O lo que es lo mismo, 40086 furlongs por fortnight.

Y ya que te has gastado dinero en una pista de entrenamiento, ¿por qué no comprar también un caracol de carreras? Aquí Wikipedia da dos valores: el caracol normal de jardín llega a 0,05 kilómetros por hora, mientras que el caracol romano llega a 0,0058 kilómetros por hora (diez veces menos). Supongamos que vas a la tienda de animales a pedir un caracol de carreras y el dependiente te convence de que el caracol romano es más rápido porque es descendiente de caracoles que se usaban en carreras de cuádrigas en la antigua Roma.

Entonces tu caracol puede recorrer 9,687 furlongs en dos semanas.

Pongamos a competir a nuestras tres bestias pardas en nuestra pista de entrenamiento. Tenemos un caballo, una morsa y un caracol romano compitiendo por recorrer un furlong en el menor tiempo posible.
Conociendo la velocidad punta de cada uno y la distancia a recorrer se calcula el tiempo que van a tardar.
El caballo terminará la carrera en 10,346 segundos. No está mal, para algo era originalmente una carrera de caballos.
La morsa necesitaría 30,175 segundos en completar una vuelta. Bien, morsa. Has hecho lo que has podido.
¡Pero el caracol romano tardaría 124863 segundos en dar una vuelta! Eso son 34,684 horas, ¡casi un día y medio! Es más, en toda su vida, el caracol romano sólo le daría 631 vueltas a la pista, si es que no se muere antes de deshidratación por tener que correr sobre tierra. Menuda basura.

Si pones a todos a entrenar a la vez, en el tiempo que tarda el caracol en completar una vuelta el caballo ya ha dado 12069. Las probabilidades de que en una de estas el caballo no detecte al caracol y lo aplaste son altísimas (más aún considerando que el caballo puede empezar a cansarse después de más de un día corriendo a la velocidad máxima de su especie sin parar). La morsa no corre este peligro por ser más visible para el caballo (de hecho la morsa también podría no ver al caracol).

Concluyendo, no intentes comprar un caracol de carreras. No fueron diseñados para eso, aunque sean romanos.