"Historias" 11

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[ALERTA SPOILERS]

Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.


La verdad es que tener a Gina de compañera vino de gran utilidad para movernos por la ciudad. En menos de lo que hubiera esperado llegamos a la zona de edificios altos desde la que vimos mandar la señal. Era incluso probable que llegáramos antes que el hombre del maletín. Le habíamos perdido de vista poco después de dejar la Torre Arena por intentar ser discretos.

Los edificios eran todos altísimos, típico de oficinas. Las fachadas asemejaban una única ventana gigante y los últimos rayos de sol del día se reflejaban en ella.

Identificamos el edificio en cuestión, aunque me dio rabia no haberme fijado mejor en el lugar de donde vinieron los destellos. En mi defensa diré que resultaba difícil contar los pisos a la distancia a la que nos encontrábamos antes.

Aunque fuera un edificio de oficinas no tendría que haber mucha gente a la hora que era. Estábamos a punto de entrar por la puerta principal cuando un presentimiento me hizo parar en seco.

-¡Espera, Gina! Creo que debería entrar yo solo.

-Jajaja. ¿Qué tontería estás diciendo, Jueff? Claro que vamos a ir los dos. No he hecho todo este camino para quedarme fuera y no enterarme de las cosas.

-Ya, lo entiendo. Pero es que... no sé, es difícil de explicar.

-¿Qué? Maldita sea, ¿qué te pasa? Te has puesto muy raro de repente.

-Ya, lo siento. Es sólo que creo que el autor pretende matarte.

Gina se tomó su tiempo para asimilar las palabras que dije.

-¡¿El autor?! Jueff, ¿de qué me estás hablando?

-No es fácil de explicar.

-¿Pero quién es ese autor del que hablas que dices que quiere matarme? Jueff, no entiendo nada.

-Nos conocemos desde hace algún tiempo, y me ha estado acompañando todo este viaje. Ya sabes, haciendo cosas de autor. No hablamos demasiado, pero creo que no le has caído muy bien. No se siente muy cómodo en las partes en las que tiene que meterse en tu piel para entender cómo actúas y te ha cogido manía.

Gina escuchaba atónita sin dar crédito a lo que escuchaba. Debía pensar que me había vuelto loco.

-Y piénsalo bien. Después de todo el misterio, llegar a un edificio desconocido... si quiere tiene mil maneras de acabar contigo.

-Jueff, estoy confusa. ¿Por qué me estás contando esto?

-Porque me preocupo por ti. He pasado buenos momentos contigo en las últimas horas y no quiero que te pase nada malo.

-Pues evitémoslo. No corramos más riesgo del que haga falta.

-Pero aún así quieres atravesar esa puerta, ¿verdad?

Gina asintió.

-Sólo con eso ya hay suficiente riesgo. Pero bueno, mi única intención era avisarte. Al fin y al cabo son simples sospechas. No tiene por qué ocurrir nada si vamos con cuidado. Aunque tampoco sé si es buena idea desafiar al autor.

-Mira, Jueff. Si seguimos aquí parados nos vamos a perder todo lo que pase dentro.

-Si estás dispuesta, por mí no perdamos más tiempo. Pero Gina, por favor, ten cuidado.

Nos cogimos lentamente de la mano, sientiendo cada uno el calor del otro, y atravesamos juntos la puerta automática.

Murphy

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Ojo. Si no has leido la entrada anterior, "Random", recomiendo que lo hagas antes de leer lo que viene. Aquí se van a concluir ideas que se dejaron en el aire entonces, así que sería interesante ponerse al día con eso. Si no te da la gana, pues a tu rollo. Tampoco te voy a obligar a nada.

La última vez hablé sobre lo que es o no es aleatorio y de cómo, conociendo absolutamente todo lo necesario, se es capaz de burlar al azar para predecir el resultado de las cosas. Hoy me voy a centrar en la demostración de cómo la ciencia puede eliminar la incertidumbre sobre algo. Concretamente, cómo la ciencia es capaz de demostrar una ley de Murphy.

La ley de Murphy, aplicada a la vida en general, se resume en: "Si algo puede ir mal, irá mal". De ahí se deriva en cientos de aplicaciones, siendo una de las más comunes "la tostada cae siempre por el lado de la mantequilla". La ciencia existe para cuestionarse las cosas, y alguien se preguntó por qué era eso posible. Os presento a Robert Matthews, premio Ig Nobel de física en 1996.

Robert publicó en 1995 un artículo (voy a describir los aspectos más importantes, pero para los más curiosos sobre los desarrollos matemáticos podéis verlo aquí) en el cual analiza la dinámica de una tostada al caer de una mesa para entender por qué cae del lado de la mantequilla.

En relación con lo visto en la entrada anterior, la ley de Murphy comete un pequeño error, y ese error es considerar la caida de la tostada como algo aleatorio. Un evento con dos posibles escenarios y un 50% de probabilidad para cada uno de ellos. Pero recordad, ¿es que acaso existe el azar? El artículo de Robert vuelve a demostrar que, conociendo todos los parámetros de partida y las ecuaciones adecuadas no.

El artículo en si es buenísimo, y tan correcto como la patente de los Blonsky. A la hora de hacer cálculos explica que desprecian la acción de los 4 gramos de mantequilla finamente distribuidos sobre los 35 de tostada tanto para modificar el centro de gravedad como para afectar a la aerodinámica de la caída al suelo.

Si estábais pensando que la razón para que la tostada cayera al revés era que el lado de la mantequilla aportaba más peso a la tostada siento deciros que os equivocáis. En el momento en el que la tostada cae de la mesa se combinan las siguientes fuerzas:


En el momento en el que el centro de gravedad de la tostada sobresale de la mesa se genera un momento torsor que hace que la tostada comience a girar (más o menos dependiendo del ángulo de inclinación). La gravedad se encarga de llevar la tostada al suelo mientras gira.

Y ahí tenemos el problema. Para los datos típicos de una mesa de 75 cm de altura y una tostada de 10 cm, considerando la fricción de la mesa y demás parámetros, se obtiene que el resultado esperable es que la tostada gire, pero no llegue a completar una vuelta entera y caiga por el lado contrario al que mostraba inicialmente.

¡¡Probadlo, joder!! Coged cualquier cosa plana que tengáis ahora mismo sobre la mesa y empujadla por el borde hasta que caiga. Casi siempre caerá por el otro lado. ¡No es aleatorio! ¿Y hay alguna manera de evitar esto?

Pues el mismo artículo no es demasiado optimista en ese aspecto, ya que dice que la raza humana está condenada a sufrir las tostadas boca abajo en el suelo, ya que harían falta mesas de 3 metros de altura para evitarlo. El hombre más alto registrado midió 2,72 metros. Incluso para él, una mesa de 3 metros le vendría grande, así que parece no haber solución (aparte de reducir el tamaño de las tostadas a 2,5 cm, pero eso no es demasiado práctico). Las constantes del universo parecen estar diseñadas a posta para fastidiar.

Pero no sería un artículo digno de un Ig Nobel si no aportara solución a semejante condena. No se puede evitar la torsión inducida por la gravedad, pero sí que se puede luchar contra ella. La solución parece contraintuituva, pero cuando veas una tostada a punto de caer, lo mejor que puedes hacer es darle un manotazo en dirección horizontal, paralelo a la superficie de la mesa. La tostada se irá más a tomar por culo, pero la velocidad horizontal aplicada minimizará la rotación. Otra opción, si la tostada se está cayendo de un plato es mover rápidamente el plato hacia abajo y dejando atrás la tostada. Con esto eliminas el punto de contacto, que era el culpable de generar la rotación, y la tostada puede caer del lado adecuado.

El artículo concluye con la siguiente frase:
"Según Einstein, Dios es sutil pero no malicioso. Puede ser, pero su influencia en las tostadas que caen claramente deja mucho que desear."