Beber o no beber

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Se acercan épocas de paellas, graduaciones, viajes de fin de curso, etc... y con ello los hígados se enfrentan a retos a los que quizá no estén del todo preparados. Mi objetivo hoy es explicar científicamente qué ocurre al emborracharse y qué se puede hacer para prevenir mejor una resaca.

Para empezar hay que entender cómo funciona el cuerpo en todo esto. Cuando ingerimos cualquier cosa, ésta se digiere y se descompone en nutrientes que son los que entran al flujo sanguíneo. Pero antes hay una parada obligatoria en el hígado para pasar una especie de control de calidad. Ahí actúan diferentes enzimas que o bien procesan los nutrientes absorbidos o bien detectan toxinas y se encargan de eliminarlas del cuerpo.

En el caso que nos ocupa etanol entra en el hígado y es oxidado parcialmente por una enzima para formar acetaldehido, que después es oxidado por otra enzima para formar finalmente ácido acético, que es fácilmente extraído del cuerpo. El problema es que nuestras reservas de esa segunda enzima son escasas, de forma que al beber mucho alcohol el acetaldehido tiende a acumularse. Por mucho que el hígado se esfuerza en regenerar la enzima que lo oxida, es un proceso relativamente lento y el acetaldehido acaba entrando al flujo sanguíneo.

Y aquí viene lo interesante. Resulta que el acetaldehido es entre 10 y 30 veces más tóxico que el etanol, causando principalmente dolor de cabeza y náuseas. De hecho, a algunos alcohólicos en rehabilitación se les recetan pastillas que directamente inhiben la producción de esa enzima, de forma que cualquier bebida alcohólica que tomen resultará directamente en acetaldehido que les hará sentir mal para ayudarles a dejar de beber.

Además, el alcohol (y también el café) anula la hormona responsable de controlar la retención de agua en el riñón. Cuando está hormona funciona normalmente, se activan las acuaporinas de los riñones que se encargan de pasar el agua absorbida al resto del cuerpo. En cambio, al consumir alcohol se inhibe la producción de la hormona, que hace que no se activen las acuaporinas y, al no pasar agua al resto del cuerpo, no queda más remedio que ir a mear para eliminarla. El problema de esto, aparte de deshidratarse, es que se pierden también sal, potasio, glucosa y más sales y compuestos que son responsables de un correcto funcionamiento de los músculos y el cerebro.

Bien, en este punto se puede resumir que ingerir alcohol causa deshidratación y acumula una sustancia bastante tóxica en nuestro cuerpo. Conociendo los efectos se puede actuar para pasarlo bien igualmente sin querer pegarse un tiro al día siguiente. Por supuesto, somos todos esclavos de nuestros genes y ellos determinan desde un principio si se es fuerte o no (en este caso estaríamos hablando de una mayor reserva de acetaldehido deshidrogenasa). Que cada uno tome los siguientes consejos como quiera, cada uno conoce sus límites.

Antes de beber lo importante es no tener el estómago vacío. Comidas con alto contenido en grasa ayudan a que el alcohol se absorba de forma más lenta en el cuerpo dando un bonus de tiempo extra al hígado para regenerar enzimas y ayudan también a aliviar la irritación en el estómago. Comidas con alto contenido en hidratos de carbono ayudan a suavizar las náuseas que se puedan ocasionar (menos vómitos). También dan un bonus de tiempo para procesar el acetaldehido.

Luego está el agua. El agua tiene que ser tu amiga antes, durante y después de beber. Debido a lo que pasa en los riñones al beber alcohol pierdes más agua de la que metes en el cuerpo y el resto de órganos la coge del cerebro, que se seca y encoge provocando dolores de cabeza. Así que mientras bebes, no está de más intercalar un vaso de agua. Está claro, necesitarás ir con más frecuencia al baño, pero elige entre eso y ser persona la mañana siguiente.

Además, hay que tratar de evitar los licores con colores oscuros, como whiskey, brandy, vino rojo, ya que contienen otras sustancias formadas en el proceso de fermentación como el acetaldehido mismo. Estoy refiriéndome todo el rato a un consumo excesivo de alcohol. Lo que ocurre con estas bebidas que tienen esos compuestos extra es que ganan en aroma, sabor, etc... pero a la vez contribuyen negativamente a la eliminación de toxinas, por eso hay que evitar esas bebidas cuando se trate de un consumo elevado. Están bien para disfrutar con moderación.

Acompañar con bebidas gaseosas no es buena idea. El ácido carbónico acelera la absorción de alcohol en el cuerpo, metiendo prisa al hígado y generando una resaca peor.

El desayuno del día después también puede marcar la diferencia. Los huevos tienen un alto contenido en cisteína, que es un aminoácido fundamental en la transformación de alcohol a ácido acético. Comer un plátano te devuelve el potasio perdido de tanto expulsar líquidos y un zumo de frutas tiene las vitaminas y azúcares que te aportan energía y acelera el ritmo al cual el cuerpo elimina todas las toxinas que tenga acumuladas.

Quizás hasta os haga gracia haber leído esto, pero recordadlo la próxima vez que os despertéis jurando que no vais a beber nunca más porque volveréis a hacerlo y podéis hacerlo más agradable.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno Sergiieen :)

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