Lacroix

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Esta entrada pertenece a la categoría "Historias de universos paralelos", pero no lo es del todo. Los relatos de esa categoría, aparte de mostrar una ventana a algo que no tiene por qué ocurrir en nuestro universo, tienen la peculiaridad de presentarte en medio de la situación de la misma forma en la que te encuentras dentro de un sueño sin saber cómo has llegado hasta ahí. Cualquiera que lea este relato tendrá la impresión de que cumple todos los requisitos para estar en la categoría correcta, pero no es del todo cierto.

Los protagonistas de esta historia llevan casi dos años en mi cabeza con una idea, pero me propuse no sacarla adelante hasta que no terminara la otra historia que tengo a medias para no dejar muchos proyectos inacabados. Sin embargo puedo hacer una excepción a esto porque este relato ocurre después de todo lo que sucede en esa historia.

Cuando un personaje habla de algo pasado en un relato de universos paralelos a veces ni siquiera yo sé a lo que se refiere, pero en este caso de verdad que lo sé todo de ellos. Profesión, gustos musicales, hacia qué lado de la cama duermen, ...

Probablemente yo sea el único que aprecia lo verdaderamente épico que es este reencuentro y no tengo manera de hacerlo ver sin contar todos los acontecimientos anteriores que me quiero reservar, pero justo esa excitación es la que me ha motivado a escribir. 

Ah, y lo de que sea en inglés es simplemente porque nunca he pensado en esta historia en otro idioma. Quizás sea difícil de explicar, pero es lo que parecía más lógico. No me enrollo más.


-Monsieur Duncan!

He couldn’t believe it. The voice he expected the least to ever hear again had come once more to his ears.

-Lacroix…

George took a glance at the man he was talking to, though he wasn’t sure he could even call him a man anymore. There was something strange in the way he moved and he felt the cold and strong handshake of an iron fist when greeting him.

-We meet again.

-Nuts and bolts! H… how did you…? How is this possible?

-You took me for dead, monsieur Duncan, and someone as practical as you would argue that was the most predictable scenario to bet on. But I told you, didn’t I? Money can buy everything. So I bought my life.

George was starting to notice the new details of his old rival. Some of his new features were very visible, but he was pretty sure there was a lot more hiding under the clothes. He was under the impression of having a conversation with some sort of cyborg.

-You’re a maniac, Lacroix. How can you even do such a thing?

-C’est simple. I’m not blaming the Croatian emergency services, but when I arrived at the hospital after our incident I requested to be treated by my own medical team. I’m sure you can imagine what it’s like. Very professional, very efficient. I pay them a lot of money.

There was no doubt about it. He was Lacroix. But he felt so different. Half of his face had no expression, as if it had been rebuilt with some sort of plastic or silicone. Therefore his lips made weird and funny moves when he spoke, which were very distracting to George.

-So, since my body was so heavily damaged, I asked them to do something a bit risky for me. I wanted to take this downfall as an opportunity to raise, to be enhanced, upgraded. A better version of myself, I might add. And being the experts they are they succeeded, of course. All the parts that were taken from me are now replaced with better working tools.

-You were disabled and built yourself a new body. Congratulations, Lacroix.

-But that’s not the only thing, monsieur Duncan. You’re just looking at the envelope, the case that contains all the magic. Why stopping at fixing physical damage when you can do something bigger? All the gadgets I’ve got in me right now are fine, but why not evolve properly? I avoided death on the edge of life, so I had to come back from that experience as a superior being. And so did I. My researchers fully scanned my DNA sequence and modified certain parts to genetically make me stronger, smarter and even less prone to be affected by most illnesses. You see what I’ve developed? I just skipped thousands of generations of evolution to obtain our species’ most optimal results.

-That’s the craziest shit I’ve ever heard.

-Haha. Tell me, monsieur Duncan. Have you exercised your chess skills?

-I didn’t have the time to.

-Neither did I! But I bet you I’m a much better player than the last time we met.

-But what’s the point of all this, Lacroix?

-To live forever, monsieur Duncan! Mon Dieu! I age slower now and I have replacements for all my inner organs grown from my own cells. At least until my doctors find a more efficient way of keeping me alive. You see, money brought me life.

-Is it even worth reaching immortality at that cost? For Christ’s sake, would you even say you’re the same person anymore?

-Actually I think sometimes I’m not an homo sapiens anymore, considering my genetic modifications. You’ve all fallen behind me now. But that sets a big paradox, doesn’t it? I’m sure you recognize the man you’re talking to, even if he doesn’t look alike. Same ideas and ambitions, but unrecognizable to the eye. I’m reincarnated. And I owe all of this to you, monsieur Duncan. It is because of you that all this has been possible. My most deepest thanks.

-Save it to yourself, Lacroix! No one in his mind would thank another man for almost killing him. I don’t know what you’re up to next, but I’ve seen enough movies to know you’re acting in a suspicious way. I’ll have my eyes constantly on you.

-Don’t get too tired then, monsieur Duncan. From the both of us you’re the one who still needs to sleep occasionally.


Era un sueño

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Desde hace ya varios meses lo primero que suelo pensar nada más despertar es "Mierda, era un sueño."

No es que me moleste particularmente la realidad, pero siento que en el sueño estoy en un sitio totalmente nuevo, en uno de tantos universos paralelos, y el mero hecho de cambiar de aires y descubrir cosas nuevas me motiva, hace que esté a gusto y me cueste aceptar que tengo que levantarme y seguir con lo que hago aquí.

No obstante, pienso que si un día despertara de esta realidad y me diera cuenta de que era todo un sueño probablemente también diría lo mismo.


Bici

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El mundo está lleno de cosas que damos por hecho que conocemos a la perfección y las dominamos porque somos tan tremendamente superiores a todo lo que nos rodea pero es justamente la ignorancia de esas cosas lo que provoca ese pensamiento. Es por eso que cuanto más se sabe, más se da uno cuenta de todo lo que no sabe.

Seguramente os sorprenda si os digo que todavía no existe una fórmula matemática que explique la dinámica de una bicicleta y por qué en reposo es inestable y en movimiento sí. La física se aventura a intuir que la fuerza centrífuga ayuda en el proceso, pero ninguna ecuación consigue acertar la realidad (reposo e inestabilidad no es algo que Newton asociara en su día).

Y no es de extrañar cuando piensas en todo lo que entra en juego al montar en bici: fuerza hacia abajo en los pedales, ángulo de inclinación del cuerpo, ángulo del manillar, precesión giroscópica en las ruedas, etc... Todo eso genera un algoritmo muy difícil de reproducir matemáticamente y, sin embargo, nuestro cerebro es capaz (a base de prueba y error) de asimilar todos estos parámetros y entender qué hacer en función de cómo se vean alterados para seguir adelante. Y, aún así, no seríamos capaces de enseñarle a un robot a manejar una bici por su cuenta.

El caso que quería compartir y por el que digo todo esto es por lo que hizo un ingeniero de Alabama recientemente. Unos soldadores que trabajan con él le pusieron a prueba y añadieron una pieza al final del manillar de una bici para invertir el giro de las ruedas. Cuando se giraba el manillar a la derecha, la bici iba hacia la izquierda y viceversa. Pues al montar en la bici los soldadores estallaban en carcajadas al verle fracasar todas las veces que intentaba avanzar. "El truco está en ir rápido", decía justo antes de pedalear la primera vez.

Bien podría ser que justo se tratara de una persona con una mala coordinación, pero no era él el único. Durante los siguientes meses se llevó la bicicleta invertida a las charlas que daba en congresos y universidades y prometía doscientos dólares a quien fuera del público que fuera capaz de cruzar el escenario de lado a lado subido en la bici. Efectivamente, nadie lo consiguió. Una vez tu cerebro tiene una manera sólida de pensar a veces no se puede cambiar aunque quieras.

Entonces este hombre se lo tomó como un desafío personal. Quería aprender a ir en la bici invertida, así que durante meses practicó entre cinco y diez minutos cada día hasta que ocho meses más tarde sucedió. Un día no podía avanzar y al día siguiente sí. Según él fue como un camino en su cerebro que había sido desbloqueado. A pesar de todo requería muchísima atención. Cualquier distracción como alguien gritando o su teléfono sonando hacía que volviera al pensamiento tradicional y se caía de la bici al instante, pero contaba como un éxito.

No contento con esto dio un paso más y probó el reto de la bici invertida con su hijo de seis años que llevaba tres yendo en una bici normal. ¡En sólo dos semanas consiguió lo mismo que a su padre le costó ocho meses! Realmente no es nada nuevo, pues se sabe que los niños tienen más plasticidad neuronal y por eso es mejor aprender idiomas de jóvenes, pero es un ejemplo más.

El problema ahora era que se había pasado tanto tiempo tratando de desaprender a ir en bici que ya no era capaz de hacerlo con una bici normal, al menos de manera natural. Después de media hora intentándolo consiguió volver a ir en una bici con el manillar no invertido tras sentir como un "click" en su cerebro, convirtiéndose así probablemente en la primera persona en aprender a ir en bici, olvidarlo y después volver a aprender.

Desconozco lo que habrá hecho respecto a todo esto después, si habrá conseguido alternar el control de su cerebro a su voluntad o no, pero es una bonita historia sobre lo que sabemos, lo que no sabemos y lo que creemos que sabemos.


BONUS: Otra cosa para la que no existe aún un modelo matemático es para el llamado efecto látigo en el tráfico. Se refiere a cuando una fila de coches se para en un semáforo, por ejemplo, y arrancan. No salen todos a la vez, sino que uno no empieza a acelerar hasta que el que tiene delante no está a una distancia prudente. Matemáticos y estadistas trabajan en esto para aumentar la eficiencia de las señales de tráfico y evitar atascos.

Precios

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En un supermercado/centro comercial. Aparece gente mirando distintos productos.

-¿Cuatro con seiscientos noventa y siete?

-¿Novecientos veinticinco billones de céntimos?

-¿Menos tres?

-¿Raíz de dos partido dos?

-¿Coseno de ocho con cincuenta y cinco más i por seno de menos cero con doce?

Almacenes La Sisa. Precios que no habías oído nunca.



Centeno

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Me despertaron unos ruidos que venían de dentro de la casa. Desde la litera de arriba me asomé y comprobé que mi compañero no se encontraba ahí. Seguramente volvía otra vez borracho a las tantas de la mañana. No es que me importe lo que quiera hacer con su vida, pero me molesta cuando vuelve y se comporta como si fuera la única persona que importe a veinte kilómetros a la redonda.

El ruido no paraba. Sonaba como si estuvieran removiendo todo el piso. Webber era un inútil, pero hay que reconocer que era extraño que se estuviera comportando así. Tampoco era el peor compañero que había tenido. No hace mucho estuve con otro chico, Banning creo que se llamaba. Pues el chico este roncaba como jamás he visto roncar a nadie. En serio, más te valía dormirte antes de que él lo hiciera si no querías pasarte la noche entera en vela contando los ronquidos por minuto que era capaz de producir y pensando si no sería algo de lo que preocuparse en cuanto a su salud se refiere. Les he de confesar que me estaba entrando algo de miedo, hasta que vi ponerse a una persona en la puerta del cuarto. Era la hermana de Webber.

-¿Qué haces ahí?- le dije con una voz que seguro que sonaba como si aún estuviera durmiendo.

-¡Mierda, Caulfield! No esperaba que estuvieras.

Entonces se metió en la habitación y se acercó hasta la litera de forma que sólo era capaz de verle la cara. Era muy guapa, para serles honestos. Si no fuera porque implicaría compartir una vida más cerca de un canalla como Webber probablemente me plantearía algo más serio con ella que lo que me suelo plantear. Vendría de algún tipo de fiesta porque tenía toda la cara pintada. Jo, qué mal le quedaba. No sé ustedes, pero yo no entiendo a esas chicas que necesitan taparse la cara con maquillaje cuando van por ahí. Me parecen de lo más falso. Me parece mucho más atractiva una chica cuando se muestra tal y como es que cuando te muestra lo que a ella le interesa que veas de ella.

-Holden- empezó mientras me acariciaba el pelo. Se notaba que quería algo importante. -Necesito que me digas dónde guarda mi hermano su dinero.

No hace falta que diga que, aunque estuviera un poco dormido, veía claramente que la situación iba a traerme problemas por un lado o por otro. Fuera como fuera, seguro que yo salía perjudicado.

-¿Cómo has conseguido las llaves del piso?

-Mira, Holden. Lo único que te interesa ahora es hacer algo de justicia con el cretino de mi hermano.

-¿Y eso justifica robarle?

Jo, no podía parar de mirarle los labios. Aún en la oscuridad, despedían un rojo intenso tan antinatural que me daban ganas de vomitar.

-Mi hermano se merece muchas cosas y lo sabes.

-Ey, escucha, Natalie. Sea lo que sea que quieras hacer con el dinero de Webber creo que deberías hablarlo antes con él. Joder, ¿y tenías que colarte en la casa en medio de la noche? Menudo susto me has pegado.

Me miraba con una cara ausente. ¿Saben esa cara que pone alguien cuando escucha algo que le entra por un oído y le sale por el otro inmediatamente después? ¿Alguna vez han intentado razonar algo de sentido común con alguien que siguen empeñados en sus ideas aún sabiendo que no tienen razón? Natalie no parecía tener mucha intención de ocultarme que le daba igual lo que le dijera.

-Que te jodan, Caulfield. Voy a seguir buscando lo que quiero. Y si intentas algo raro te juro que me pondré a gritar y diré que intentabas abusar de mí.

Así que salió de la habitación y siguió haciendo ruido. No conseguí pegar ojo en toda la maldita noche.


Me apetecía hacerle un pequeño tributo a Holden Caulfield.