Ig Nobel

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Hace un par de meses hice una breve mención a los premios Ig Nobel y dije que algún día le dedicaría más tiempo al tema porque ya sabía algunas cosas y veía que era un tema en el que podía extenderme, pero después de hacer algo de investigación y ver las ceremonias de los últimos cinco años he descubierto que esto puede dar para mucho y que hay mucho más detrás de lo que parece a simple vista. Lo que pensaba que sería una entrada que caería al divertido cajón de curiosidades se ha convertido en una serie indefinida dentro de la categoría de ciencia. Tranquilos, será divertido igualmente, pero también será algo técnico.

Sin más, me parece adecuado empezar este viaje tan improbable dejando lo más clara posible la esencia de los premios y cómo son las ceremonias de entrega de premios, puro ejemplo de esa esencia. ¿En qué otra circunstancia se te plantea la posibilidad de lanzar un avión de papel a un escenario, darle sin querer a un premio Nobel de verdad y que éste te lo lance como respuesta? Todo está totalmente patas arriba, vamos a ello.

La idea de los premios Ig Nobel nació en 1991 como una crítica a aquellos experimentos publicados que no pueden, o no deberían ser, reproducidos. El más relevante en ese aspecto seguramente sea el Ig Nobel de química de 1991 por el persistente descubrimiento de que el agua tiene memoria, causando el resurgimiento masivo de la homeopatía como tratamiento de enfermedades. Además, el mismo hombre ganó el Ig Nobel de química en 1998 por seguir con esa investigación y descubrir que el agua no sólo tiene memoria, sino que además puede transmitir la información a través de líneas telefónicas e Internet. No pretendo desatar un debate sobre la homeopatía, pero al leer el artículo publicado se ve que falla bastante el fundamento científico (de hecho nadie ha logrado repetir el experimento publicado con éxito) y por eso recibió el premio.

Aún así, es erróneo pensar que los Ig Nobel son un premio malo, o unos "anti-Nobel". Nada más lejos de la realidad. El lema actual de los premios Ig Nobel es honrar aquellos logros que al principio hacen reír a la gente y después pensar. Es algo inusual, la mayoría de premios que existen son para el mejor o el peor de todos. Mejor o peor no es relevante para los Ig Nobel. Al final eres tú quien toma la decisión de si el logro es bueno o malo, y tener la posibilidad de pensar y elegir eso es lo que hace estos premios tan especiales.

Muchos de los premios rozan la absurdez absoluta, pero después te das cuenta de que no fue del todo fácil llegar a la conclusión o que incluso resultan más útil de lo que parecía al principio. Por ejemplo, en 2006 se llevó el Ig Nobel de biología un equipo que descubrió que un mosquito portador de malaria es igualmente atraído por el olor del queso Limburger que por el olor de los pies humanos. Pues desde entonces, se han diseñado trampas que usan ese queso como cebo para atrapar mosquitos en algunas partes de África para combatir la malaria, ¡y funciona!

Y de eso trata la ciencia, y creo que los Ig Nobel lo representan mucho mejor que nadie. Es graciosa. Los científicos tratan de dar sentido a cosas que nadie más intentaría dárselo y eso puede ser frustrante, va a ser un camino lleno de errores. Y si no son capaces de reírse de lo que hacen, lo van a pasar mal. Por suerte, por lo general tienen un buen sentido del humor y se hace notar año tras año en la entrega de los premios Ig Nobel.

La ceremonia de los Ig Nobel ocurre cada año a principios de otoño en el teatro Sanders en la Universidad de Harvard. Cada año se entregan 10 premios nuevos en distintas categorías, y los premiados reciben un premio Ig Nobel (cada año ambientado en la temática que haya en la ceremonia), un papel diciendo que han ganado un premio Ig Nobel, que además está firmado por varios premios Nobel, y algún detalle ocasional en referencia a antiguos premios Ig Nobel. Además, al recibir el premio también reciben un apretón de manos de varios laureados con el Nobel, que están presentes durante toda la ceremonia. ¡Todo un honor!

La ceremonia empieza con el público lanzando aviones de papel a una diana humana en el escenario. Después de eso se introduce a toda la gente importante que ha asistido a la ceremonia y se presentan a los ganadores del año. Suben al escenario todos cogidos de una cuerda como si fueran a preescolar y se da el tradicional discurso de bienvenida, en el que una mujer se pone al micrófono y dice "Welcome, welcome."

A partir de ese momento empiezan a repartirse los premios. Cada ganador tiene la oportunidad de dar un breve discurso para dar las gracias o explicar con detalle su investigación, pero como en las primeras ediciones esos discursos se hacían demasiado largos, desde 1999 hay una niña de 8 años (cada año se va cambiando, no es la misma desde hace 15 años) que salta al escenario cuando el ganador se pasa del tiempo que le tocaba y empieza a gritarle "¡Por favor, para! ¡Me aburro!" una y otra vez hasta que se calla. Puede parecer absurdo, pero los organizadores de los Ig Nobel descubrieron con asombro que el método era extremadamente eficaz para evitar largos discursos soporíferos. Algunos intentan combatir a la niña. Algunos simplemente deciden seguir hablando más fuerte, aunque la niña siempre gana en volumen. Una vez vi que la raptaban y la sacaban del escenario y muchísimas veces intentan sobornarla. He visto cómo le daban a la niña caramelos, juguetes, ¡incluso diamantes!, lo juro.

Entre premio y premio van intercalando eventos para amenizar la entrega. Cada año se prepara una mini-ópera relacionada con la temática de la ceremonia con cierto humor (y ciencia, naturalmente). De hecho, cada vez que alguien dice la palabra de la temática, todo el público tiene que gritar eufóricamente. También están las charlas 24/7. Expertos de distintos campos tienen que ser capaces de dar una explicación técnica de un tema en 24 segundos y después dar un resumen que cualquiera pueda entender en 7 palabras. Todo relacionado con la temática de cada año, por supuesto. Otra cosa notable es el concurso para ganar una cita con un premio Nobel. A la entrada al teatro se le da a cada asistente un folleto con el programa, y en sólo uno de ellos hay algo especial que determina el ganador del concurso. No sé hasta qué punto llegará después esa cita, pero sin duda es gracioso ver a los ganadores volverse locos desde el palco y bajar las escaleras corriendo y arrasando con todo para subir al escenario y abrazar a un premio Nobel.

Finalmente llega la excitante conclusión de la ópera, la mujer del mensaje de bienvenida da el discurso de despedida diciendo "Goodbye, goodbye" y, por último, se lanza la siguiente reflexión:

"Si este año no has ganado un premio Ig Nobel, y especialmente si lo has ganado, mejor suerte el año que viene."


Fuerza

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 Eh, Newton. Si tan listo eres,
¿por qué usas la fuerza para resolver tus problemas?


"Historias" 08

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[ALERTA SPOILERS]

Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.


Todo empezó en un tren.

¡Qué poco me gusta viajar! Se tarda tanto en ir de un sitio a otro. De verdad que me parece una pérdida de tiempo. No te dan más opción que estar sentado y mirar el paisaje por la ventana o conversar con el desconocido que tienes al lado, y en este caso me ha tocado con un raro. Ha estado un buen rato asomándose al pasillo a saber por qué y ahora parece que está durmiendo. ¿Cómo puede dormir en un sitio así?

No paro de darle vueltas a lo de Alba. Hemos sido amigos desde hace tanto tiempo y, sin embargo, últimamente parece todo tan distinto. Siempre me ha parecido algo atractiva, no lo negaré, pero desde hace algún tiempo pienso en ella como algo más que una amiga.

Ojalá fuera tan fácil como decírselo directamente. Tampoco sabría decir si ella siente lo mismo. Es amable conmigo y todo eso, pero por algo somos buenos amigos. Hay suficiente confianza entre nosotros como para contárselo, pero si me rechazara es indudable que sería todo muy incómodo a partir de ese momento, por mucho que digamos lo contrario.

Incluso en un caso más favorable, ¿qué es lo que nos esperaría? Estar juntos un tiempo indefinido, prácticamente haciendo lo mismo que hacemos ahora. Más tarde o más temprano acabaría viniendo a mi casa a vivir juntos y podríamos formar una familia, ya va siendo hora en realidad.

Y si no, si en cualquier momento antes de eso la cosa no funciona, ¿qué? Se acabó. Se habrá echado a perder una genial amistad que quizás no merezca la pena arriesgar. Incluso en el mejor de los casos viviríamos lo suficiente para ver morir al otro y entonces al que quede le atrapará una espiral de soledad en la que deseará irse también para reunirse con el otro.

El amor viene cogido de la mano de la muerte. Para amar algo de verdad hay que estar dispuesto a sufrir por él cuando pierdas aquello que tanto quieres, porque es inevitable perderlo.

No parece haber final feliz con el amor. Por supuesto, todo el desarrollo hasta llegar al final es lo que nos motiva a caer en tan envenenado sentimiento. Al fin y al cabo, la vida no es un viaje sobre el destino final, sino sobre el camino que se sigue para llegar. Por eso merecería la pena intentarlo, aunque pase lo que pase ya sé que no habrá final feliz.

Normal

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Porque, ¿qué es lo normal? Estadística y matemáticamente hablando se podría decir que lo normal en cualquier cosa es aquello que se desvíe de la media menos de una desviación típica. Con eso se podría decir si alguien es normal o no, simplemente hay que coger un atributo (por ejemplo la altura) y compararlo con la media de la población.

Por supuesto, para ser justos habría que compararlo con una población de su mismo sexo y edad aproximada. Puede parecer una tontería, pero sería un error no hacerlo. Imagina una población con 50% mujeres y 50% hombres. En esa población lo estadísticamente normal es tener un pecho y un testículo, lo cual haría que absolutamente nadie fuera normal, a pesar de haber contribuido todos a la estadística.

Entonces ya sabemos cómo comparar nuestra normalidad, pero una variable es poco para sacar conclusiones. Fácilmente se podrían sacar 36 variables que puedan servir para determinar cómo de normal es una persona. Ya he comentado la altura, el peso, el número de amigos que se tiene, las veces que se dicen mentiras, etc...

Resulta que la probabilidad de caer dentro de una desviación estándard para todas esas variables es una entre un millón.
Por lo que ser normal... es algo anormal.
Y, entonces, ser anormal... es lo normal.



Un pequeño bonus ahora que vuestra mente está aturdida después de leer lo de antes. Un adjetivo se denomina homológico cuando se describe a si mismo. Por ejemplo, polisílabo es un adjetivo homológico porque él mismo tiene varias sílabas. De la misma forma, heterológico es un adjetivo que describe lo contrario de lo que es. Por ejemplo, pequeñito se usa para decir que algo es minúsculo, pero el adjetivo en sí no es precisamente pequeñito.
Con esto quiero añadir que normal es un adjetivo homológico, ya que "normal" está entre las 1000 palabras más empleadas, por lo que es una palabra normal.