Error

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En 1881, la revista científica francesa La Science Populaire publicaba el 28 de Abril con orgullo el descubrimiento de que la luz viajaba a una prodigiosa velocidad de 6.000 leguas por segundo.

El 19 de Mayo aclaraban en una nota que el artículo referido a la velocidad de la luz tenía un error tipográfico y era importante aclarar que la velocidad de la luz eran 76.000 leguas por hora, y no 6.000.

El 16 de Junio tuvieron que escribir una nota aclarando que la nota referida a un error en un artículo previo de la revista contenía un error. La velocidad de la luz eran aproximadamente 76.000 leguas por segundo.


BONUS: No sé cómo esta canción no es cabecera de alguna película de James Bond.

Ojo

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Darwin descubrió el verdadero mecanismo de la evolución. Toda la variedad existente en la vida tenía que ser fruto del trabajo de un inteligente diseñador, capaz de crear millones y millones de diferentes especies. Pero la evolución trabaja de una manera muy peculiar e interesante, que es a lo que me voy a dedicar a explicar con un ejemplo.

Pensad en el ojo humano, una obra maestra de la complejidad. Requiere córnea, iris, lente, retina, músculos, nervios ópticos (sin contar con toda la red neuronal necesaria para que el cerebro sea capaz de interpretar las imágenes que recibe). ¡Es una pieza más compleja que cualquier aparato jamás creado por inteligencia humana! Por tanto, parece evidente que es algo a lo que se le ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo.


Hace mucho tiempo, cuando en el mundo todavía no habían ojos que vieran, la vida era ciega. Cuatro mil millones de años atrás, la vida existía en las aguas sin nada que reconociera el entorno que les rodeaba. Hasta que, unos cientos de millones de años después, hubo un error microscópico de copia en el ADN de una bacteria. Este error aleatorio le dio a esa bacteria una proteína que absorbía la luz solar.

Como en cualquier población de seres vivos, las mutaciones se siguieron dando de forma aleatoria. Una de esas mutaciones provocó que un tipo de bacterias huyeran de la intensa luz del sol. Esas pequeñas acababan de ganar la habilidad para distinguir el día y la noche. Aquellas bacterias que eran capaces de distinguir las horas de radiación más fuerte tenían una fuerte ventaja frente a las demás.

Durante el día rayos ultravioleta con el poder de dañar severamente el ADN azotaban las aguas. Las bacterias más sensibles huían a zonas más profundas buscando la oscuridad para duplicar ahí su ADN y sobrevivieron en mayor número que el resto de bacterias que se mantenía en la superficie.

Con el tiempo, esas proteínas que absorbían luz se concentraron en un único punto dentro de los organismos unicelulares. Esta concentración hacía mucho más fácil encontrar la luz y favoreció a aquellos organismos que necesitaban luz para crear comida.

Con la llegada de los organismos multicelulares, estos pequeños peces desarrollaron hoyuelos para almacenar ahí las proteínas receptoras de luz. Estas depresiones con forma de bolas les permitieron ditinguir bien la luz y la sombra y reconocer dónde estaba la comida y dónde estaba lo que les comía. Una ventaja tremenda para sobrevivir.

Más tarde, esos hoyuelos se hicieron más grandes y evolucionaron en unas cuencas con un pequeño orificio. La selección natural esculpía lentamente el ojo que conocemos a través de miles de generaciones. Ese orificio cada vez se hacía más pequeño y, con la adición de una membrana protectora, sólo una pequeña porción de luz podía entrar en las cuencas, pero era más que suficiente para obtener una nítida imagen en la superficie interna del ojo.

Esto agudizó el enfoque. Un agujero más grande hubiera logrado una imagen más brillante, pero más desenfocada. Con esto, los peces ganaron nociones de profundidad en su vista.

La competición por sobrevivir era bestial, y entonces una nueva mejora apareció: la lente, que proveía tanto de nitidez como de más brillo. ¡Los peces podían ver ya en alta definición! En serio. Tanto de cerca como de lejos.

Pero entonces algo terrible ocurrió. ¿Os habéis fijado cómo una pajita en un vaso de agua da la impresión de doblarse en la superficie? Eso es porque las ondas de luz se doblan al pasar de un medio a otro (de aire a agua en este caso). Nuestros ojos originalmente evolucionaron para ver en el agua. Los fluidos dentro del ojo amablemente eliminaban la distorsión de la luz al doblarse en el agua.

Para los primeros anfibios que se atrevieron a salir a la superficie terrestre aquello era insoportable. Rayos de luz iban directamente del aire seco a sus todavía mojados ojos. Eso causaba todo tipo de distorsiones y tuvieron que seguir adelante con eso.

Nuestra visión no ha vuelto a ser tan buena como lo era desde entonces.

Nos gusta pensar en nuestros ojos como una obra maestra de ingeniería, pero millones de años después no somos capaces de ver bien cosas justo enfrente de nuestras narices o distinguir pequeños detalles en la oscuridad como un pez puede.

Al salir del agua, ¿por qué no empezó la naturaleza de cero con un nuevo proyecto de ojo, uno que estuviera diseñado a propósito para ver en el aire? La naturaleza no trabaja de esa manera. La evolución reforma estructuras existentes a través de las generaciones, adaptándolas con pequeños cambios.

No fue posible borrar y cambiar, pero desde ese momento los ojos buscaron su manera de ser útiles en el nuevo medio en el que se hallaban. Dependiendo de su estado de evolución, se pueden encontrar una gran variedad de ojos con características distintas, atendiendo cada una a la superviviencia necesaria para cada especie, y todos ellos funcionan.


Me parecía una historia súperinteresante.


Horizonte

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Por primera vez en esta categoría no se trata de una canción, ni está en inglés. Está bien variar.

Hierba baila al viento
Océano no tiene fin
Rumbo hacia el infinito
Imagina llegar ahí.
Zancadas nos acercan
Ondeando van las banderas
No nos rendimos a mitad
Tiramos incluso a ciegas.
Esperamos algún día llegar.


Solvay

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Me cuesta pensar en una imagen con más swag, quizás el universo colapsara si se diera el caso.


BONUS: Tal vez en color...

Reyes Magos

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Todos conocemos la historia. Los tres Reyes Magos de Oriente cruzan el mundo siguiendo una estrella para entregar sus presentes al Mesías que está a punto de nacer.

Pero, ¿cuántos detalles quedan ocultos en esa historia? ¿Quiénes son esos Reyes Magos? ¿Cómo llegaron a ser los elegidos para esa misión? ¿Siempre fueron tres o perdieron a alguno por el peligroso camino?

Tan épico relato merecería libros y libros narrando sus aventuras. Largos años de reinado protegiendo a su pueblo, el secreto de cómo obtuvieron sus poderes de mago.

Imaginad a Baltasar como maestro de artes marciales en el desierto, persiguiendo bandidos y capturándolos sin que sepan qué les ha caído encima.

O Gaspar librando batallas en las profundidades de las montañas contra criaturas mitológicas extintas hace milenios.

Reyes Magos: el Origen sería un best-seller y un taquillazo garantizados.

Y, por supuesto, después de cumplir su misión, ¿qué? Cada uno siguió su camino con las experiencias que le aportaron el viaje al portal de Belén.

Claramente han dejado muchos cabos sueltos en la historia de estos personajes que espero que el autor ate pronto para enriquecer más todo el relato.


Izquierda

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Nuestro código genético, por lo general, está diseñado para ponernos manos al final de los brazos. Y, sin embargo, parece imposible no sentir preferencia hacia una de las dos.

Tienes una mano favorita, una mano con la que sueles hacer las cosas, una mano que ofreces cuando te piden que levantes una de las dos, una mano con la que crees que lo haces todo.

La distinción entre diestros y zurdos reside en cuál de las dos manos es tu preferente, y está claro que al fin y al cabo eso acaba dependiendo del cerebro y las conexiones neuronales de cada uno, pero hoy hablo más metafóricamente.  

Para un diestro la mano derecha es su bendición. ¿Qué haría sin ella? Si le tuvieran que cortar una mano y pudiera elegir no dudaría en descartar a la pobre izquierda. 

Piensa que todas sus acciones se las debe a la derecha, pero no se ha dado cuenta de todas aquellas veces que la izquierda le fue útil.

No hace falta más que ser un poco más consciente de eso durante un día para darse cuenta de que uno se apoya en esa mano despreciada más de lo que puede imaginar.

Cada una tendrá responsabilidades distintas, pero es el trabajo conjunto de ambas el que nos saca adelante.


BONUS: Esta canción se le ocurrió a Paul cuando los Beatles pasaron una temporada en India y vio dos monos haciendo el amor al aire libre. Le impresionaron las pocas complicaciones que tenían los animales para aparearse comparándolo con las reglas, rituales y rutinas del sexo humano.

Casi No

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Hace mucho tiempo me propuse crear mi propio juego de mesa motivado por mi afición a éstos. Tuve muchas ideas y todas se rechazaron o por complejidad o falta de recursos hasta que ideé el Casi No. Con las estrenas de Navidad financié más que de sobra el proyecto y lo completé hace año y medio, aunque todavía puede sufrir modificaciones.

Casi No es el nombre del casino de Coin Cashman, un multimillonario que ha impreso una moneda de un millón de dólares y ha prometido entregarla a aquel que vaya a su casino y supere el reto que ha preparado.

Es fase beta todavía. El tablero no es definitivo.

En Casi No juegas moviéndote por el casino de Coin Cashman apostando en todo tipo de juegos de azar con el objetivo de ser el primero de los aspirantes en alcanzar un millón de monedas del casino para conseguir la codiciada moneda de un millón de dólares.

Empiezas la partida con mil monedas y tiras el dado para avanzar por el tablero. Dependiendo de la casilla en la que caigas ocurrirán diferentes cosas.

Las casillas azules activan un juego de azar individual, desde la clásica ruleta hasta tiradas de dados. Las casillas rojas te permiten retar directamente a un oponente apostando una cantidad de monedas que se lleva el ganador. Los duelos son tan ancestrales como un piedra, papel o tijera o más modernos apostando por el vencedor en el ring de boxeo del Casi No en el que se emplea la herramienta Google Fight para resolver las peleas. Las casillas verdes hacen que cojas una tarjeta de evento y cualquier cosa puede ocurrir. Ganar monedas, apostar la mitad de tu dinero al rojo en la ruleta e incluso trabajar en el Casi No durante un turno.

Luego hay casillas especiales. Las casillas con una R te obligan a jugar a la ruleta en ese momento. Además, todo aquel que esté en la zona de la ruleta cuando alguien juegue está obligado a jugar también. Las casillas con un 7 hacen que tengas que jugar al 7 de la suerte en ese turno. El 7 de la suerte es un juego que cogí de Mario Party 3 y se utilizan las cajas de colores que se ven a la izquierda en la foto.

La figura central del Casi No.

Las casillas amarillas tienen la T de tesoro. En medio del casino hay una calavera gigante con un cofre del tesoro con monedas en su interior. Sólo una de las llaves que hay alrededor abre el cofre. Al principio de tu turno puedes elegir comprar una llave, pero si caes en una casilla de tesoro consigues una llave gratis.

La zona de la Bolsa, con la moneda de un millón de dólares.

Las casillas con una B inician un evento de Bolsa. El Casi No tiene su propio rincón financiero. Los clientes del casino pueden jugar en Bolsa con las empresas que posee Coin Cashman. Cada empresa tiene un número determinado de acciones y el valor de las acciones varía aleatoriamente cada turno. Caer en una casilla de evento de Bolsa puede aumentar o disminuir el valor de las acciones de una empresa.

Aparte de esto el juego está lleno de pequeños detalles como el número de la suerte. Al principio de cada turno se saca el número de la suerte (del 1 al 6) y cada vez que ese número salga en la tirada de alguien, recibe monedas extra.
Cuando tienes muchas monedas puedes contratar el seguro especial anti-azar de Coin Cashman que minimiza las pérdidas que puedas sufrir.

Coin Cashman no pierde. Se habrá gastado un pastón en hacer la dichosa moneda, pero la publicidad que genera todo este evento para su casino le acaba compensando.



Cartera

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Un hombre pasea por la ciudad y se mete en un callejón. De pronto le asalta un hombre con una navaja y le pide la cartera bajo amenaza de muerte. El atracador va en serio y el hombre le da su cartera para no meterse en problemas.

Al cogerla, entre insultos y blasfemias, el atracador comienza a vaciar el contenido y lanzarlo al suelo enfadado o incluso a la cara del hombre. Lo tira todo: billetes, fotografías, tarjetas de crédito...

Cuando acaba, sin dejar de apuntar con la navaja al hombre, se marcha con su codiciada cartera. El hombre se queda solo en el callejón con todas sus cosas por los suelos y algunos billetes siendo llevados por el viento.


Cartas

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La vida es un juego, o asi me gusta verlo a veces. Jugamos todos una partida eterna en la que tenemos que apañarnos con las cartas que se nos dieron al empezar.

Pese a todo, siempre evito quejarme de la mala mano que pueda tener. De hecho, en vez de eso trato de jugar con lo que tengo intentando sacarle el máximo partido. Tener malas cartas no quiere decir hacer malas jugadas. Tres doses hacen más que dos ases y dos reyes juntos. Solo es cuestión de saber jugar y aprovechar tus cartas.

Pero, ¿cómo se juega? No hay ningún reglamento, nadie te explica el juego. Es bien importante conocer las reglas antes de jugar para saber lo que puedes hacer e incluso planear alguna estrategia. Quizás de eso mismo se trate el juego, de aprender precisamente en qué consiste.

Y, ¿quién gana? Mucha gente ha jugado y ha acabado la partida, pero el juego continua. ¿No ha ganado nadie aún? ¿Ganamos todos al final? Algunos se han ido con más nivel que otros, asi que tiene que haber alguna diferencia al final para cada uno.

Pero a mi no me preocupa ganar. Me da igual el resultado mientras disfrute la competición. Hace tiempo aprendí que nunca seré el mejor en nada. Puede sonar triste, pero es cierto y es algo que cuanto antes se asuma mejor. Siempre va a aparecer alguien que te supere en aquello en lo que te has estado esforzando para ser excelente. Y eso no es malo en realidad. No ser el mejor no quiere decir ser malo. Por eso desde entonces dejé de competir contra los demás y me puse a mi mismo como rival a batir en todo lo que pudiera. Si consigo ganarme siempre estoy en una mejora constante, y quizás no llegue nunca a ser el mejor, pero seguro que habré hecho una jugada decente.

De la misma manera nunca vas a ser el peor de todos en nada. Puede irte todo mal, puedes quejarte lo que quieras, pero siempre habrá alguien en un peor momento y a lo mejor no se está quejando tanto, y tal vez no esté tan lejos de ti como puedas imaginarte.

Intento jugar bien mis cartas, hago lo que puedo con lo que tengo.


En serio

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Se había hecho tarde. Tenía que levantarme pronto a la mañana siguiente y ni siquiera había recogido la mesa después de cenar. Aunque me moría de sueño me obligué a dejarlo todo recogido antes de acostarme.

Al acercarme a oscuras al comedor iba notando el ambiente algo cargado, contagiado de una manera poco habitual. Con el cuerpo alerta encendí la luz y no pude evitar pegar un grito del susto que me llevé. Enfrente de donde me había sentado a cenar había un hombre terminándose los restos de comida que había dejado y no quería dejar ahí fuera toda la noche. Además había cogido una de mis cervezas de la nevera.

Era un hombre mayor, o al menos mayor que yo. Tenía toda la cara cubierta por una inmensa barba tan negra como el carbón que no dejaba ver nada a través de ella. Parecía recién bajado de un barco que llevara semanas sin pisar tierra, pues además tenía la piel algo oscura (la poca que se le podía ver) y castigada por el sol. Desde luego una figura intimidante que me miraba con ojos serios desde su posición.

-No grites a estas horas, hombre. ¿No ves que vas a despertar a todo el mundo?

Su presencia en mi comedor me descolocaba por completo.

-¿Q... quién eres?

-Esa guitarra que sonaba hace un rato ahí atrás eras tú, ¿verdad? ¡Sonaba horrible!

Su presencia en mi comedor empezaba a molestarme. Después de ese comentario mi miedo se transformó en indignación. Ya era capaz de hablar con normalidad.

-Ese queso que comes es mío.

-Oh, no te preocupes. Soy un producto de tu imaginación. No me estoy comiendo realmente tu comida, aunque por lo que tardabas en limpiar esto bien podía haber venido cualquiera a hacerlo. Quizás tenía que haberme aparecido como un insecto gigante, así habrías aprendido más rápido la lección.

-Eh, muy bien. Ya estaba viniendo precisamente a recoger todo esto por mi mismo. Que estuvieras aquí o no no ha hecho ninguna diferencia.

-No he venido a decirte que hagas las tareas del hogar, pero tienes que tomártelo todo más en serio.

-¡Maldita sea! ¿Qué dices? ¡No podría tomarme más en serio las cosas últimamente!

-Ya... ¿Y cómo te va?

Ya estamos... Esta gente parece que no sabe hacer otra cosa más que aprovecharse de las situaciones difíciles. No me apetecía quedar como un flojo delante de este señor.

-Bueno, ya sabes... unas veces te comes al oso... y otras veces el oso te come a ti.

-Eso dicen, parece.

El hombre hizo una pausa larga en la que aproveché para mirarle fijamente a los ojos. Si su barba era puro carbón, sus ojos reflejaban las profundidades de la mina de la que lo sacaron. Al final del todo se podría ver cómo meditaba las palabras que estaba a punto de decir, si fuera posible llegar hasta el fondo.

-Tal vez no seas capaz de darte cuenta, pero das pena comportándote así. Tienes que espabilar, aunque no debería decirte cómo. Es un problema que tienes que afrontar tú solo y encontrarle solución, ¡y cuanto antes mejor! Te darás cuenta de que ese oso no te tendrá tantas ganas si ve que haces las cosas bien.

De pronto se esuchó un ruido tremendo. ¡Sonaba la bocina de un barco desde la cocina! Justo al girar la cabeza se fue la luz. Un segundo después volvió, pero el hombre se había desvanecido y mi queso estaba tal y como lo había dejado horas atrás.





Brassiere

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Los Ig Nobel premian aquellos logros que primero hacen reír y después pensar. En 2009, la doctora Elena Bodnar junto con su equipo recibió el Ig Nobel en salud pública por patentar un sujetador que, en caso de emergencia, puede separarse y servir como máscara facial protectora.

Aquellos interesados en la patente pueden consultarla aquí.


Como se puede apreciar, el invento es bastante simple. No es más que un sujetador normal y corriente con un enganche en la parte delantera también, aunque es necesario mencionar que el sujetador está hecho de un tejido especial que actúa como filtro de gases y hace que no sea tan barato como uno normal, aunque su precio tampoco es exagerado. Es un invento totalmente funcional.

Una de las ventajas que tiene todo esto es que la portadora posee dos mascarillas y la inventora siempre bromea con que eso sirve para elegir a quién quieres que sobreviva contigo en caso de emergencia. Imaginad una pila de hombres rogándole a una mujer que les deje su sujetador, pegándose por ello y todo, en medio de un escape de gases en una fábrica.

Es habitual ver a la doctora Bodnar en las ceremonias de los Ig Nobel mostrando su invento y haciendo una demostración. Para ello se quita el sujetador en el escenario y se coloca una mascarilla a ella misma y otra a algún afortunado premio Nobel. Alguna vez se ha quitado más de un sujetador.


Ya es bien sabido que los Ig Nobel primero hacen reír. Vamos ahora a la parte de pensar.

La doctora Bodnar trabajaba como física nuclear en Ucrania cuando ocurrió el accidente de Chernobyl. Colaboró en las tareas de asistencia a los afectados y se involucró mucho a la hora de estudiar las consecuencias de la exposición radioactiva debida al accidente. Después de eso, ha colaborado con la Organización Mundial de la Salud en numerosos proyectos relacionados con el accidente de Chernobyl.

La visión que tuvo esta mujer a la hora de diseñar el invento fue que si mucha gente hubiera dispuesto de su sujetador/mascarilla entonces se podrían haber evitado cientos de miles de casos en el momento del accidente.

Basándose en que la población mundial se reparte aproximadamente 50/50 entre hombres y mujeres, el sueño de Elena Bodnar es que toda mujer lleve uno de sus sujetadores para garantizar la seguridad de todo el mundo.

Dejo esto con una frase relacionada con el tema para reflexionar:

Si parece estúpido, pero funciona,
quizás no sea tan estúpido.


"Historias" 13

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[ALERTA SPOILERS]

Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.


Las puertas se abrieron y un resplandor nos cegó completamente. A pesar de ser ya de noche, la iluminación de la sala hacía que pareciera pleno mediodía. A nuestros ojos les llevó un rato acostumbrarse a estar ahí, pero nuestras mentes seguían aturdidas y entender en qué clase de lugar estábamos se hizo una tarea complicada.

Nos veíamos reflejados enfrente de nosotros, pero había algo extraño en la manera en que nos veíamos. Estábamos en una sala llena de espejos. Uno de estos laberintos que podrías encontrar como atracción en una feria, pero, ¿qué hacía algo así en un lugar como ese? Desde luego esta gente tiene una extraña obsesión con los espejos. Y tampoco parecen preocuparse mucho por la comodidad de sus visitantes.

Avanzar en cualquier dirección se hacía horriblemente difícil. Quien hubiera diseñado el recorrido realmente pensó en colocar los cruces y los giros de la manera menos intuitiva posible. Gina y yo no parábamos de chocarnos contra cristales mientras pensábamos que seguíamos la dirección adecuada.

Tras unos cuantos golpes, promesas de chichones y moratones, llegamos a una puerta con un marco rojo. La ansiedad y la incertidumbre eran muy intensas, pero con lo que había costado llegar hasta ahí lo mínimo que se podía hacer era echar un vistazo.

Gina exclamó horrorizada en cuanto observamos el otro lado de la puerta, y no era para menos. Se trataba de una visión traumática. Habíamos encontrado al hombre del maletín, o por lo menos su cuerpo inerte tirado en el suelo de un pequeño armario, y sin maletín.

Llegados a este punto, ¿qué sería lo correcto a hacer? Nuestro objetivo principal era descubrir a dónde se dirigía ese hombre, y ya lo habíamos encontrado. El instinto de supervivencia florecía e insistía en salir de ese sitio, desde luego era peligroso y perfectamente había motivos para acabar como el hombre que yacía enfrente de nosotros. Probablemente quien lo dejó ahí era la misma persona que bajaba en ascensor, quizás supo que habíamos entrado. El hombre del maletín parecía dejado ahí sin ningún tipo de cuidado, y la puerta roja era la más próxima al ascensor, si sabías moverte por el laberinto.

Contra toda lógica, decidimos terminar de investigar la sala, aunque no íbamos a abrir ninguna otra puerta hasta tener las cosas claras. Pensamos que sería buena idea ir todo el rato juntos pese a tardar más en explorar. Lo más seguro es que nos perdiéramos y no fuéramos capaces de encontrarnos entre los reflejos, y eso sería desesperante.

Después de lo que pareció una eternidad conseguimos hacernos una vaga idea del concepto del laberinto, aunque ni por asomo conseguíamos movernos con soltura a pesar del tiempo que llevábamos ahí metidos. Al final de cada recorrido, cuando el laberinto llegaba a la pared, había una puerta similar a la que encontramos al principio con el hombre muerto dentro. La peculiaridad del asunto es que cada puerta tenía el marco de un color distinto pintado, con una variedad tremenda de colores para elegir. Evidentemente un código interno fácil de aprender, pero sin pistas era arriesgado elegir una puerta rezando porque no estuviera la muerte al otro lado.

Finalmente Gina dio en el clavo, aunque no de la manera que ella esperaba:

-¡Jueff, ya lo tengo! Esta gente no piensa más que en espejos, así que el camino que buscamos estará tras el color de los espejos. Vayamos a la puerta con el marco plateado, creo recordar cómo llegar.

-Buenísima observación. Seguro que esa es la solución. Ven, por aquí creo que había una puerta verde un poco oscuro.

-¿Qué dices? Los espejos son de color plateado.

-¡Ajá! Eso es lo que quieren que pensemos, pero no vamos a picar. Esta gente no es tonta, y si de verdad es esa la clave es perfecta para los que caigan en la cultura popular.

-¿Cómo que los espejos no son plateados?

La cara que ponía Gina exigía una explicación inmediata, así que la di mientras hacíamos camino hasta la puerta que yo decía.

-Los colores que perciben nuestros ojos son ondas del espectro visible de la luz. Todas las cosas absorben la luz, que contiene las ondas de todos los colores, y reflejan aquellos colores que no absorben, de forma que todo es del color que no puede absorber. Así, cuando ves una manzana roja, es porque la luz típica blanca le golpea y absorbe todos los colores del espectro excepto el rojo, que es el que llega a tus ojos.
Volviendo a los espejos, el mecanismo es el mismo. La única diferencia es que los espejos están hechos para reflejar la luz por completo. Un espejo ideal refleja todas las ondas de luz que le llegan y por eso nos vemos reflejados en ellos. Por desgracia, en el mundo real las cosas no funcionan tan bien. Todos los espejos absorben algo de luz. No la suficiente como para preocuparse, pero estudios que se han hecho han demostrado que los espejos reflejan (es decir, no absorben) especialmente bien comparado a las demás las frecuencias de onda que detectamos como verde.
Ya te digo, el efecto es insignificante a la hora de mirar un espejo, pero cuando te colocas entre dos espejos y observas el túnel infinito que se crea, puedes ver claramente cómo al final se empieza a ver todo en un tono verdoso. La luz viaja de un espejo a otro y en cada viaje pierde un poco de todos los colores menos el verde.
Es típico pensar que son plateados porque normalmente se muestran de esa manera en imágenes, y lo cierto es que se hacen de materiales de aspecto plateado como el aluminio o el mercurio, pero el verdadero color de un espejo es el verde, y esta gente lo sabe seguro.

Con todo esto acabamos llegando ante la puerta con el marco verde. No quería mencionarlo en alto para no inquietarla, pero Gina estaba confiando ciegamente en mí. Sí, lo que le acababa de explicar era cierto, pero, ¿por qué tendría que ser esa la solución? Había por lo menos quince puertas más. Seguro que si lo pensábamos bien encontrábamos otra posible salida.

Pero ya era tarde. Estábamos frente a la puerta y la decisión parecía tomada desde el mismísimo momento en el que nos encontramos en el andén de la estación, momento que daba la impresión de haber ocurrido en otra época después de todo lo que había ocurrido desde entonces.

Estaba claro que había que seguir adelante.


Trabajo

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No me importa hacer más faena de la que debería. Nunca me ha asustado el trabajo duro. Eso mismo representaba la casa Hufflepuff de Hogwarts, aunque esa reflexión siempre pasaba desapercibida.

Aquella gente que no reuniera las condiciones para entrar en otra casa caía a Hufflepuff. Por eso la gente se reía de ellos, eran los tontos que han tenido que meter en algún sitio por no devolverlos a casa.

Pero hay algo que la gente quizás no sepa ver de los Hufflepuff: no tienen miedo al esfuerzo. Y, aunque no parezca cierto, con dedicación un "inútil" Hufflepuff puede lograr mejores resultados en cualquier campo que otra persona más capacitada a ojos del sombrero seleccionador.

Yo me siento un Hufflepuff. Hace años encontré de manera aleatoria (revisa lo que he escrito últimamente para juzgar si fue de verdad casualidad) la frase Aquí, para ser jefe, hay que currar.

Al principio no tenía claro lo que significaba. Creía que era simplemente un mensaje diciendo que hay que estudiar para aprobar. Pero con el tiempo he ido descubriendo que el Aquí del que habla se refiere a la vida misma. La clave para tener éxito, para ser jefe, está en currárselo.

Como un Hufflepuff.


Weekend Never Ends

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No importa lo que haya. No dejes que las cosas te agobien. Que no te chafe pensar que no te llena lo que haces porque es mentira.

Vive cada día como si fuera aquello que harías en el fin de semana, que es cuando se supone que puedes hacer lo que quieras.

No pongas excusas. Claro que puedes con todo, lo que pasa es que igual no quieres. Inténtalo y si lo haces con ganas verás que es cierto y que se puede sacar más partido a todo. Si te rindes, que pese sobre tu conciencia.

Pero ten una cosa bien clara:
Weekend never ends


¿En qué quedamos?

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Esto es algo que escribí antes de crear el blog, pero quiero guardarlo aquí con todo lo demás.

Miras la hora y ves cómo pasa de las 22:13 a las 22:14.

Te sientes superior, eres Dios. Has hecho que el reloj cambie sólo con mirarlo, lo has intimidado.
El universo parece girar alrededor de ti al fin.

¿Seguro? Al fin y al cabo tuviste suerte al acertar en qué segundo mirar la hora. Tenías una posibilidad entre 60 de conseguirlo. No parece tan prodigioso después de todo.

Igual que cuando llegas a la estación y coges el metro en el último momento. No hay quién te saque de tu felicidad.

Eres más guay que el resto de gente que perdió algún minuto de su vida esperando el maldito metro.
No creo que tenga mucho mérito. Pasan metros cada 6-8 minutos. Probablemente sea más difícil cambiar la hora del reloj con sólo mirarla dos minutos seguidos.

O cuando vas a tu tienda de discos y ves un disco que compraste hace tiempo de oferta y que han vuelto a ponerlo de oferta, pero más caro que cuando lo compraste tú.

¿Qué es eso? Simplemente haber estado en el lugar adecuado en el momento adecuado. Casualidades, cadenas de eventos que te han llevado ahí.

Nos encanta sentirnos especiales en esos momentos que, si los analizas bien, no son más que estadísiticos.
Sin embargo te cae una cagada de pájaro y el mundo se viene abajo.

¿Acaso tienes idea de todo el terreno que tenía ese ave para cagar? ¿De la cantidad de centímetros cuadrados donde tenía para elegir?

Y justamente va a parar a ti. ¡Qué coña! Debes ser el elegido o algo.

Llegas a casa y una tormenta terrible ha caído en tu barrio y ha hecho trizas tu casa. Eso sí, las de los demás están intactas. Ellos son unos desgraciados.

Madre mía, ¿un temporal en una ciudad donde apenas llueve cincuenta días al año? ¿Y ha ido a parar sólo a lo tuyo?

Joder, macho. Ni se te ocurra comprar lotería en los próximos meses porque ya has gastado toda tu suerte de momento.

¿En qué quedamos, Sergio?


Control

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De pronto todo empezó a moverse solo. Agarré el volante tratando de corregir el rumbo, pero era imposible. Había perdido el control.

En todo momento me parecía ir mal encauzado, como si fuera a chocar con cualquier cosa, pero los mandos no respondían y yo avanzaba hacia delante.

Entonces el agua lo cubrió todo, ya no había nada que ver. Estaba atrapado y descontrolado. De todas las opciones posibles, lo mejor que se podía hacer era asumir la situación y llegar al final tratando de disfrutar la situación al máximo posible.

Y fue justo en ese momento, cuando la situación pudiera empezar a resultar cómoda, cuando apareció la luz al final. La confianza y la seguridad volvían conforme me acercaba a la salida, y entonces volví a ser amo de los controles.

Aunque asustado, lo repetiría. La próxima vez estaré confiado antes incluso de perder el control.


"Historias" 12

1

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[ALERTA SPOILERS]

Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.


Para sorpresa de ambos, no se veía a nadie dentro del edificio. Las luces estaban encendidas muy tenuamente y no había nadie tras el mostrador de recepción. Tenía sentido que no quedara nadie trabajando a esas horas, ¿pero por qué estaba abierto? Supongo que la respuesta estaría relacionada con el hombre del maletín, pero hacía tanto que no sabíamos de él que casi me había olvidado del motivo por el cual estábamos en ese lugar.

En el centro de la planta baja había un estanque enorme. En medio, suspendida en el aire, colgaba una esfera metálica de dimensiones exorbitantes. El pulido de la superficie era excelente. A pesar de sus dimensiones no se apreciaba ni una sola rugosidad y el reflejo que se veía mostraba una imagen de la sala excepcional.

Gina me sacó de mi estupefacción haciendome ver los ascensores que había al lado de recepción. Había dos, y casualmente estaban los dos en el piso 28. Nos quedamos un momento observando las pantallas que así lo indicaban. Entre los dos decidimos llamarlo para subir. No tenía pinta de que lo hubiera usado alguien que no fuera el hombre del maletín, aunque era extraño que ambos ascensores compartieran ubicación.

Al apretar el botón la pantalla de la izquierda empezó a cambiar el número mostrado.

Cuando apareció el número 22 la otra pantalla empezó a indicar que el otro ascensor bajaba también.

-¡Jueff, nos han descubierto!- exclamó Gina.
 -No pasa nada. Tenemos tiempo para maniobrar, pero hay que ser rápidos y precisos. En cuanto se abran las puertas de nuestro ascensor nos metemos sin vacilar un instante.

La pantalla izquierda marcaba el número 10 en ese momento. Gina y yo estábamos cada vez más nerviosos. No podíamos hacer más que permanecer inmóviles mientras veíamos cómo nuestro perseguidor se acercaba. Podía ser perfectamente el fin de la historia y lo veíamos venir lentamente en forma de cuenta atrás.

Ya estaba en el piso 3... piso 2... piso 1... Maldita sea, se hizo un mundo hasta que se abrieron las puertas. La otra pantalla marcaba el número 4 en ese momento. Rápidamente nos metimos en el ascensor y pulsamos el número 28. El botón correspondiente se iluminó, pero las puertas tardaron en reaccionar.

No podía haber ido más apurado. Escuchamos las otras puertas abrirse a la vez que se terminaron de cerrar las nuestras.

Gina y yo suspiramos de alivio a la vez. Nos habíamos conseguido librar de momento. Así como la espera se había hecho eterna, el momento de subir pasó fugazmente. Pese a todo, nos sentíamos seguros dentro de ese ascensor. Aún rodeados de peligro, esa caja nos aislaba de todo y nos protegía, aunque era una falsa sensación de seguridad.

En los espejos que cubrían todas las paredes se veían claramente reflejados en nuestras caras el miedo y la incertidumbre que nos invadía. Gina y yo nos abrazamos cálidamente. Por muy calmados que estuviéramos tras el momento de tensión, sabíamos más que de sobra que nada nos protegería al atravesar las puertas otra vez.

"Historias" 11

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Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.


La verdad es que tener a Gina de compañera vino de gran utilidad para movernos por la ciudad. En menos de lo que hubiera esperado llegamos a la zona de edificios altos desde la que vimos mandar la señal. Era incluso probable que llegáramos antes que el hombre del maletín. Le habíamos perdido de vista poco después de dejar la Torre Arena por intentar ser discretos.

Los edificios eran todos altísimos, típico de oficinas. Las fachadas asemejaban una única ventana gigante y los últimos rayos de sol del día se reflejaban en ella.

Identificamos el edificio en cuestión, aunque me dio rabia no haberme fijado mejor en el lugar de donde vinieron los destellos. En mi defensa diré que resultaba difícil contar los pisos a la distancia a la que nos encontrábamos antes.

Aunque fuera un edificio de oficinas no tendría que haber mucha gente a la hora que era. Estábamos a punto de entrar por la puerta principal cuando un presentimiento me hizo parar en seco.

-¡Espera, Gina! Creo que debería entrar yo solo.

-Jajaja. ¿Qué tontería estás diciendo, Jueff? Claro que vamos a ir los dos. No he hecho todo este camino para quedarme fuera y no enterarme de las cosas.

-Ya, lo entiendo. Pero es que... no sé, es difícil de explicar.

-¿Qué? Maldita sea, ¿qué te pasa? Te has puesto muy raro de repente.

-Ya, lo siento. Es sólo que creo que el autor pretende matarte.

Gina se tomó su tiempo para asimilar las palabras que dije.

-¡¿El autor?! Jueff, ¿de qué me estás hablando?

-No es fácil de explicar.

-¿Pero quién es ese autor del que hablas que dices que quiere matarme? Jueff, no entiendo nada.

-Nos conocemos desde hace algún tiempo, y me ha estado acompañando todo este viaje. Ya sabes, haciendo cosas de autor. No hablamos demasiado, pero creo que no le has caído muy bien. No se siente muy cómodo en las partes en las que tiene que meterse en tu piel para entender cómo actúas y te ha cogido manía.

Gina escuchaba atónita sin dar crédito a lo que escuchaba. Debía pensar que me había vuelto loco.

-Y piénsalo bien. Después de todo el misterio, llegar a un edificio desconocido... si quiere tiene mil maneras de acabar contigo.

-Jueff, estoy confusa. ¿Por qué me estás contando esto?

-Porque me preocupo por ti. He pasado buenos momentos contigo en las últimas horas y no quiero que te pase nada malo.

-Pues evitémoslo. No corramos más riesgo del que haga falta.

-Pero aún así quieres atravesar esa puerta, ¿verdad?

Gina asintió.

-Sólo con eso ya hay suficiente riesgo. Pero bueno, mi única intención era avisarte. Al fin y al cabo son simples sospechas. No tiene por qué ocurrir nada si vamos con cuidado. Aunque tampoco sé si es buena idea desafiar al autor.

-Mira, Jueff. Si seguimos aquí parados nos vamos a perder todo lo que pase dentro.

-Si estás dispuesta, por mí no perdamos más tiempo. Pero Gina, por favor, ten cuidado.

Nos cogimos lentamente de la mano, sientiendo cada uno el calor del otro, y atravesamos juntos la puerta automática.

Murphy

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Ojo. Si no has leido la entrada anterior, "Random", recomiendo que lo hagas antes de leer lo que viene. Aquí se van a concluir ideas que se dejaron en el aire entonces, así que sería interesante ponerse al día con eso. Si no te da la gana, pues a tu rollo. Tampoco te voy a obligar a nada.

La última vez hablé sobre lo que es o no es aleatorio y de cómo, conociendo absolutamente todo lo necesario, se es capaz de burlar al azar para predecir el resultado de las cosas. Hoy me voy a centrar en la demostración de cómo la ciencia puede eliminar la incertidumbre sobre algo. Concretamente, cómo la ciencia es capaz de demostrar una ley de Murphy.

La ley de Murphy, aplicada a la vida en general, se resume en: "Si algo puede ir mal, irá mal". De ahí se deriva en cientos de aplicaciones, siendo una de las más comunes "la tostada cae siempre por el lado de la mantequilla". La ciencia existe para cuestionarse las cosas, y alguien se preguntó por qué era eso posible. Os presento a Robert Matthews, premio Ig Nobel de física en 1996.

Robert publicó en 1995 un artículo (voy a describir los aspectos más importantes, pero para los más curiosos sobre los desarrollos matemáticos podéis verlo aquí) en el cual analiza la dinámica de una tostada al caer de una mesa para entender por qué cae del lado de la mantequilla.

En relación con lo visto en la entrada anterior, la ley de Murphy comete un pequeño error, y ese error es considerar la caida de la tostada como algo aleatorio. Un evento con dos posibles escenarios y un 50% de probabilidad para cada uno de ellos. Pero recordad, ¿es que acaso existe el azar? El artículo de Robert vuelve a demostrar que, conociendo todos los parámetros de partida y las ecuaciones adecuadas no.

El artículo en si es buenísimo, y tan correcto como la patente de los Blonsky. A la hora de hacer cálculos explica que desprecian la acción de los 4 gramos de mantequilla finamente distribuidos sobre los 35 de tostada tanto para modificar el centro de gravedad como para afectar a la aerodinámica de la caída al suelo.

Si estábais pensando que la razón para que la tostada cayera al revés era que el lado de la mantequilla aportaba más peso a la tostada siento deciros que os equivocáis. En el momento en el que la tostada cae de la mesa se combinan las siguientes fuerzas:


En el momento en el que el centro de gravedad de la tostada sobresale de la mesa se genera un momento torsor que hace que la tostada comience a girar (más o menos dependiendo del ángulo de inclinación). La gravedad se encarga de llevar la tostada al suelo mientras gira.

Y ahí tenemos el problema. Para los datos típicos de una mesa de 75 cm de altura y una tostada de 10 cm, considerando la fricción de la mesa y demás parámetros, se obtiene que el resultado esperable es que la tostada gire, pero no llegue a completar una vuelta entera y caiga por el lado contrario al que mostraba inicialmente.

¡¡Probadlo, joder!! Coged cualquier cosa plana que tengáis ahora mismo sobre la mesa y empujadla por el borde hasta que caiga. Casi siempre caerá por el otro lado. ¡No es aleatorio! ¿Y hay alguna manera de evitar esto?

Pues el mismo artículo no es demasiado optimista en ese aspecto, ya que dice que la raza humana está condenada a sufrir las tostadas boca abajo en el suelo, ya que harían falta mesas de 3 metros de altura para evitarlo. El hombre más alto registrado midió 2,72 metros. Incluso para él, una mesa de 3 metros le vendría grande, así que parece no haber solución (aparte de reducir el tamaño de las tostadas a 2,5 cm, pero eso no es demasiado práctico). Las constantes del universo parecen estar diseñadas a posta para fastidiar.

Pero no sería un artículo digno de un Ig Nobel si no aportara solución a semejante condena. No se puede evitar la torsión inducida por la gravedad, pero sí que se puede luchar contra ella. La solución parece contraintuituva, pero cuando veas una tostada a punto de caer, lo mejor que puedes hacer es darle un manotazo en dirección horizontal, paralelo a la superficie de la mesa. La tostada se irá más a tomar por culo, pero la velocidad horizontal aplicada minimizará la rotación. Otra opción, si la tostada se está cayendo de un plato es mover rápidamente el plato hacia abajo y dejando atrás la tostada. Con esto eliminas el punto de contacto, que era el culpable de generar la rotación, y la tostada puede caer del lado adecuado.

El artículo concluye con la siguiente frase:
"Según Einstein, Dios es sutil pero no malicioso. Puede ser, pero su influencia en las tostadas que caen claramente deja mucho que desear."


Random

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Tenía pensado hablar de un Ig Nobel, pero me parece adecuado prepararlo previamente con algunas ideas que voy a plantear sobre las cosas que son aleatorias porque, ¿qué es lo aleatorio, si es que existe algo aleatorio?

Llamamos aleatorio a todo aquello que sea impredecible y no siga un patrón reconocible. Veamos dos ejemplos típicos de eventos aleatorios: lanzar una moneda y lanzar un dado. En cada uno de los casos, existen un número determinado de posibles escenarios finales y a cada uno se le atribuye una probabilidad, que es la misma para cada escenario.

¡Pero atribuirles una probabilidad no es más que el fruto de nuestra ignorancia!

Si fuéramos capaces de saber absolutamente todo: la condición inicial de la moneda o dado, la fuerza exacta aplicada tanto de rotación como de traslación, la masa y geometría del objeto lanzado y cómo rebotará al caer al suelo, entonces podríamos calcular teóricamente el resultado con un 100% de precisión antes incluso de que el lanzamiento ocurriera. Entonces no existe la aleatoriedad, ya que variando todos los factores a conciencia se podría forzar el escenario final.

Para un cerebro humano, controlar y dominar todos esos parámetros es una locura. Haría falta una precisión tremenda, tanto en el cálculo como en la ejecución. Pero investigadores han desarrollado un robot que lanza monedas y predice el resultado acertando siempre, porque conoce las ecuaciones adecuadas para hacer el cálculo y es capaz de aplicar exactamente la fuerza necesaria.

Hay muchísimos estudios sobre los lanzamientos de monedas. Algunos estudian si ciertas monedas tienen más tendencia a caer preferentemente por uno de sus dos lados. Uno de ellos calcula que el penique estadounidense, teniendo en cuenta su diámetro, espesor y densidad, tiene una posibilidad entre 6000 de caer de canto en vez de en una de sus caras.

De nuevo no deja de ser una probabilidad inventada a raíz de la ignorancia, ya que apuesto a que existe alguna manera de forzar el escenario de la moneda cayendo de canto aplicando la fuerza necesaria, dejando caer la moneda una altura determinada, etc...

Es muy común ver en las noticias o leer sobre algo que ha ocurrido que se considera casi un milagro por ser un evento que tenía una probabilidad entre un millón, por ejemplo, de ocurrir. Menuda suerte que ocurriera, ¿no? O pongamos por ejemplo el caso de la moneda de canto de antes, que es una entre seis mil. ¿De verdad es casualidad que ocurran esos eventos improbables?

Imaginad que queremos lanzar una moneda y sacar diez veces seguidas cara. Ignorando todo lo que podríamos tener en cuenta para calcular y predecir el resultado, la probabilidad de eso sería una entre dos (por los dos posibles escenarios finales) elevado a diez (número de veces que lo queremos). Una entre 1024, por lo que si se intentara 1024 veces, de media, se podría esperar que al menos una vez se consiguiera.

Por supuesto, fallar muchos intentos no te acerca a conseguirlo. La probabilidad es siempre la misma, las monedas y los dados no tienen memoria, pero tarde o temprano, ya sea en 1024 tiradas o en 2048 acabará ocurriendo. Cualquier evento, por muy improbable que sea, puede ocurrir si se le dan suficientes oportunidades.

O como cuando te encuentras con alguien en algún sitio de forma inesperada. ¿Es tan inesperado? ¿Se puede decir que fue todo aleatorio para llegar a encontraros? Si se es capaz de predecir el resultado de un lanzamiento de dados conociendo absolutamente todo, ¿qué impedía predecir el encuentro? Entonces no existe el azar, sólo una cantidad infinita de cosas que no sabemos.

Alguien que fuera capaz de conocerlo todo sobre todas las cosas, todos los parámetros que definen el universo entero... para alguien así no cabría lugar para lo aleatorio. Si algo así fuera posible, todas nuestras acciones estarían predeterminadas y destinadas a ocurrir como el colapso de una estrella. Aunque creamos que tenemos voluntad, quizás estemos marcados por las condiciones iniciales del universo, igual que el lanzamiento de una moneda.

Sé que queda bastante inconcluso, pero el objetivo era simplemente dejar la idea en el aire. En los próximos días llegará a alguna parte, tranquilos. De momento, a darle vueltas.



"Historias" 10

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No todo empezó en un tren.

Este trabajo está empezando a ser demasiado agotador. Me prometieron que vería mundo y cosas alucinantes y que no tendría motivo para aburrirme jamás. Y tenían razón, no se lo puedo reprochar, pero llega un punto en el que necesito descansar. No dejo de recibir llamadas con encargos, y la mitad de veces ni siquiera entiendo las tareas que me mandan. Simplemente "espere nuevas instrucciones". Entender el por qué de mis acciones parece algo voluntario y opcional. Podría expresarles mi queja, pero no estamos hablando de la clase de gente que atienda a razones. Sólo les interesa tener su trabajo hecho. Y si no lo hago yo ya encontrarán a otro bobo que lo haga por mí. Ya están llamando otra vez. Siempre esa voz robotizada al otro lado del auricular.

"Diríjase a la estación de tren más cercana que tiene ahora mismo. Allí acuda a la taquilla número 048. Repito, número 048, y ábrala con la llave que consiguió en su último recado. En su interior encontrará un maletín junto con otros objetos de interés en el futuro. El maletín dispone de un sistema de sellado especial, así que ni se moleste en intentar abrirlo. Una vez recogido todo, coja el tren que sale de la estación a las 11:25. Espere nuevas instrucciones."

A veces dudo incluso que al otro lado se encuentre una figura humana. Las instrucciones son siempre claras y no dejan hueco a dudas. Seguro que si alguna vez digo algo la voz seguiría con su discurso, aunque por precaución es mejor no probar nada. No cumplir con un objetivo por no haber atendido bien a las instrucciones no tiene pinta de estar entre las posibilidades.

Ya en la estación todo fue según lo indicado. La llave que había guardado más de una semana finalmente sirvió de algo y abrió la taquilla número 048. El maletín estaba en su sitio, acompañado de un pequeño espejo de bolsillo y una tarjeta. Sólo tenía dos líneas escritas:

Torre Arena
27º 19:30

Esto no me decía nada, pero la prioridad era no perder el tren. Para entender qué hacer con todo esto, como siempre, habría que esperar nuevas instrucciones.

The Blonsky Device

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Detrás de toda investigación científica o invento se esconde una historia. Desde lo que inspira a una persona a pensar en el proyecto hasta todos los problemas por los que un equipo tenga que pasar hasta lograr el objetivo planteado.

Hoy os voy a hablar de un premio Ig Nobel y toda la historia que hay detrás de él. A medida que iba descubriendo detalles de esta historia cada vez me iba emocionando más. En el fondo es una historia de amor.

Los protagonistas de esta historia son la pareja formada por George y Charlotte Blonsky. En 1965 se les concedió una patente por su "aparato para facilitar el nacimiento de un bebé mediante ayuda de la fuerza centrífuga". (Podéis consultar la patente aquí si tenéis curiosidad)

A partir del título ya os podéis imaginar algo de lo que puede ser, pero una imagen lo ilustrará mejor que nada.


Extraída directamente de la patente, la figura muestra la Máquina de los Blonsky. Consiste en una gran mesa redonda con maquinaria en la parte de abajo. Cuando una mujer está a punto de dar a luz, se tumba en la mesa, se la ata bien fuerte por seguridad y la mesa empieza a girar a altas velocidades. Tarde o temprano el bebé saldrá volando gracias a la fuerza centrífuga.

Por esto, los Blonsky recibieron el Ig Nobel en salud pública en 1999. Recordad lo que expliqué la última vez sobre los Ig Nobel. Premian aquellos descubrimientos que primero te hacen reír y luego pensar. No los desprestigiemos por recibir ese premio, al fin y al cabo hay un esfuerzo dedicado al diseño del aparato y el fundamento teórico para utilizar la fuerza centrífuga es correcto. Por lo que se sabe, la máquina nunca ha sido empleada para su fin, aunque creo que hay un par de hospitales que tienen un módelo de la máquina por puro coleccionismo.

La gran pregunta que viene a la mente al ver algo así podría ser: "¿A qué clase de persona se le puede ocurrir hacer esto?" La verdad es que podría ser la máquina de tortura de cualquier psicópata y cualquier respuesta a la pregunta abarcaría ese espectro de gente. Pero la verdad es bien distinta a lo que podamos imaginar.

Los Blonsky eran una pareja dulce y agradable. Estaban casados cuando realizaron su invento y les gustaban los niños, aunque ellos mismos no tuvieron hijos. George era ingeniero, graduado en el MIT en la década de los años 20, y la pareja tuvo la idea durante una actividad que disfrutaban los dos bastante: visitar el zoo.

En los 60, los Blonsky vivían en el barrio del Bronx en Nueva York, y el zoo del Bronx era uno de sus sitios favoritos para ir a dar un paseo. Un día, caminaban cerca de los elefantes y vieron cómo uno de ellos lentamente daba vueltas sobre si mismo. Nunca habían visto un elefante hacer algo parecido y no entendían su motivo, así que le preguntaron al cuidador del zoo más cercano que vieron. El cuidador del zoo lo vio y les dijo que se trataba de una hembra de elefante embarazada y que es típico que se pongan a girar justo antes de dar a luz.

Los Blonsky volvieron a casa pensando en ello y en que había muchas mujeres con problemas para dar a luz. Lo explican bastante en la introducción de la patente, donde comentan que las mujeres que se han habituado a la vida en la ciudad tienen los músculos menos desarrollados y, por tanto, requieren una ayuda adicional para empujar a sus bebés al exterior. El tema acabó con Charlotte diciendo algo del estilo de: "George, tú eres ingeniero. Haz algo."

Y vaya si lo hizo. Aplicar cosas de la naturaleza para construir nuevos diseños o intentar nuevas formas de hacer las cosas es algo muy inteligente. Al fin y al cabo la naturaleza lleva millones de años de prueba y error dejando pasar sólo las mejores opciones, así que no es un mal modelo para buscar inspiración. El problema en esto es que, si alguien domina algo de elefantes, sabrá que los elefantes en realidad no giran antes de dar a luz ni nada parecido. Aquel elefante del zoo del Bronx tendría sus motivos para estar girando, pero desde luego no era por tener un bebé a punto de salir.

Entonces, ¿por qué mintió el cuidador del zoo? O no era muy buen cuidador o quiso gastarles una broma a los Blonsky que no pillaron. ¿No es alucinante? La inspiración de la máquina vino de un hecho falso, pero matemática y físicamente correcto a pesar de todo. La fuerza centrífuga de verdad empuja las cosas lejos del eje de rotación. Teniendo que compensar la fuerza de la gravedad y todo, ¿cómo de rápido tendría que girar la máquina de los Blonsky? La respuesta está en la siguiente tabla, presente también en la patente.


El propósito de la tabla era mostrar cuánta fuerza experimentarían tanto la madre como el niño debido a la fuerza centrífuga generada. A los Blonsky les preocupaba de verdad la seguridad. De hecho, fijáos cómo la máquina estaba diseñada para no exceder nunca los 7G, aunque hay pilotos de las Fuerzas Áereas que se desmayan a 4G, así que imagináos una mujer durante el parto...

1G es la fuerza normal de la gravedad, la que te impulsa hacia abajo. En la segunda columna se ven las revoluciones por segundo necesarias para alcanzar distintas G, o tantas veces la fuerza de la gravedad. A 4G, la mesa gira aproximadamente a una revolución por segundo, o sea, que cada segundo la mesa da una vuelta completa. Volved a la primera imagen para ver la mesa. En principio tiene un radio igual a la altura de la mujer. Imagináos ahora una cosa así dando una vuelta completa en un segundo. Y ahora imagináos atados a esa máquina, y empujando para sacar un bebé de vuestra barriga. Por suerte, dudo que haya que hacer mucha fuerza para eso si vas a 4G.

Esto me recuerda a una canción que escribí hace poco. Las intenciones de los Blonsky eran muy buenas, sólo querían hacer un favor a la gente con problemas, pero acabaron construyendo una máquina casi mortal. Sólo la ciencia es capaz de algo así.

Otro elemento de particular interés del aparato es la red de seguridad colocada a la salida de la vagina. Se puede ver en la imagen del principio, pero desde esta vista se aprecian mejor sus dimensiones.

Pensad en una masa de 3 a 4 kg, acelerada a un par de G, saliendo disparada de la vagina de la mujer. O las fibras de esa red son de kevlar reforzado con plomo o la inercia que tenga el bebé la atraviesa como si ni existiera. Expertos que han visto la máquina de los Blonsky acaban llegando a la conclusión de que "esa red quizás no sea adecuada para su propósito".

Todos los años, en la ceremonia de los premios Ig Nobel, hacen una ópera directamente relacionada con la ambientación de la ceremonia. En 2013 la ambientación era "Fuerza" y, como no podía ser de otra manera, la ópera contaba la historia detrás del invento de los Blonsky con algunas cosas añadidas.

En el momento de registrar la patente, Charlotte está embarazada, y cuando están a punto de rechazársela rompe aguas y la confusión hace que se la concedan. Después, Charlotte toma la valiente decisión de utilizar ella misma la máquina. Aunque sea un hecho ficticio, me gusta mucho ver esa historia de amor. Cómo ella confía tan plenamente en el invento de su marido por muy poco afortunado que sea.

Al final de la ópera están en el hospital George, el cuidador del zoo y el que registra las patentes y, justo cuando la máquina se pone en marcha, se dan cuenta de que la red puede no ser apropiada. Generan el caos en el escenario cuando de repente un muñeco de un bebé sale disparado y lo recogen entre los premios Nobel de verdad que asistieron. Ya comenté que las ceremonias son espectaculares.

Por desgracia, cuando les dieron el Ig Nobel a los Blonsky ya habían fallecido, pero su historia perdura, y el respeto que les tiene la organización de los premios Ig Nobel les hace más inmortales aunque no recibieran el mejor premio que pudieran esperarse.

"Historias" 09

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Despertamos tarde al día siguiente y no me sorprendió ver que habíamos perdido toda la mañana. ¿Qué más daba? Tampoco teníamos nada mejor que hacer realmente.

Gina sacó sobras y todo lo que pudo encontrar para desayunar. Después de todo acababa de volver a la ciudad y yo tampoco le había dado oportunidad para ir a comprar. Aunque la verdad es que nos daba bastante igual, estábamos más pendientes de disfrutar el momento que estábamos pasando el uno con el otro.

Decidimos salir a dar un paseo. No es que hubiéramos caminado poco precisamente con todo el lío del día anterior, pero la ciudad parecía tener escondidos más secretos de los que aparentaba y Gina estaba dispuesta a desvelarlos.

Antes de salir de su apartamento miré mi maleta con lástima. Me daba pena abandonarla después de haberla paseado tanto tiempo. De todos modos, como siempre, me aseguré de llevar todo lo imprescindible conmigo. Salvo por un neceser y un par de mudas la maleta estaba prácticamente vacía.

Por el camino Gina no paraba de señalarme cosas por las que aseguraba que habíamos pasado la pasada noche. De verdad que no me sonaban para nada. También reconozco que me hacía un poco el loco porque me hacía gracia cómo se desesperaba Gina. Al parecer le decepcionaba ver que era capaz de bajar la guardia a la hora de prestar atención con relativa facilidad. Creo que me puso las expectativas algo elevadas.

Por cosas del destino, supongo, serían sobre las siete de la tarde cuando Gina me señaló la Torre Arena. Habíamos hecho todo el camino de vuelta con la tontería. Ya que estábamos nos pareció apropiado subir otra vez al mirador. ¿Quién sabe? Quizás el hombre del maletín aparecía ahora por alguna razón desconocida. En cualquier caso, no era mal lugar para ver el atardecer sobre los edificios de la ciudad. No perdíamos nada por volver.

Al salir del ascensor busqué directamente la estación meteorológica. Marcaba las 19:23, la temperatura era de veinticuatro grados Celsius, la presión atmosférica de mil cuatro milibares y la humedad relativa del cuarenta y ocho por ciento. Desde luego hacía algo más de calor que el día anterior, pero seguía sin llegar a los veintisiete grados que indicaba la tarjeta que encontramos en la estación.

-Jueff, mira ahí...

El tono de Gina me dio un escalofrío. Sonaba bastante asustado y sorprendido. Giré lentamente la cabeza hacia la derecha y, ¡ahí estaba! El misterioso hombre del maletín. Era él sin duda, y llevaba el maletín. Otro escalofrío recorrío mi cuerpo. Habíamos sido capaces de rastrear a ese hombre. ¿Y ahora qué? Supongo que esperar a que él mueva ficha, presuntamente a las 19:30.

Estaba pensando en eso cuando me fijé en la rosa de los vientos pintada en el suelo que se interponía en ese momento entre nosotros y nuestro objetivo, ¡y entonces lo vi claro! La tarjeta que encontramos no estaba indicando una temperatura, ¡¡sino un ángulo!! El hombre del maletín estaba apoyado en la barandilla, mirando el paisaje, a exactamente 27 grados del Norte.

Se lo expliqué a Gina, que no se explicaba cómo no habíamos caído en eso, y entonces el hombre dejó su reposo. Metió la mano derecha en su chaqueta y sacó un pequeño objeto cuadrado.

-¿Ves lo que ha sacado?- le pregunté a Gina.

-No, está algo lejos. Quizás podamos ponernos a su lado. No tiene por qué sospechar.

-Sí, pero igual se siente observado. No seamos demasiado bruscos.

De la forma más casual que pudimos conseguir con la emoción del momento nos acercamos al hombre. Lo que sujetaba en ese momento con las dos manos era un espejo. Un espejo pequeño con un marco muy antiguo, probablemente tendría un alto valor. Vimos cómo lo movía para hacer señales en la dirección en la que se le había ordenado.

Gina no dijo nada, pero me apretó con fuerza el brazo y me hizo gestos con la cabeza para que mirara hacia un bloque de edificios en la distancia. Unos destellos de luz me cegaron brevemente. ¡Alguien le estaba respondiendo! ¿Qué clase de gente es esta? ¿Por qué tienen que usar este método para comunicarse? Desde luego no son estúpidos. Tenían muy claros la hora y el lugar precisos en los que tenía que estar el hombre para aprovechar los rayos de luz que incidían en su edificio. Dudo mucho que un empresario corriente posea esa clase de conocimientos.

El hombre del maletín guardó su espejo en la chaqueta otra vez y se dispuso a abandonar el mirador. Ni siquiera nos miró mientras se iba, no creo que despertáramos sospechas. Entonces escuché en alto con la voz de Gina la imprudencia que mi mente estaba deseando cometer pero un impulso de cordura mantenía atada.

-¡Sigámosle, Jueff!

Vaso

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Estaba tomando algo y hablando con la serena tranquilidad que me gusta disfrutar. De pronto, dejé de prestar atención a la conversación porque mi vaso se estaba inclinando con intención de tumbarse sobre la mesa y derramar su contenido. ¿Cómo era posible? No hacía nada de viento, el vaso todavía contenía la mitad de líquido que podía almacenar, por lo que podía confiar en la gravedad para mantener el vaso pegado a la mesa. Lo único capaz de explicar lo que estaba viendo era un impulso externo o un universo paralelo que se estaba delatando a si mismo. Había algo raro en lo que estaba viendo, no terminaba de creerlo aunque lo estuviera viendo porque no tenía sentido.

Fuera lo que fuera hace ya un tiempo que me entrené para no quedarme pasmado mientras observo algo que lentamente cae a su perdición y puede ser salvado con el adecuado tiempo de reacción, así que, sin importarme la causa, rápidamente moví mi mano para coger el vaso.

Mayúscula fue mi sorpresa cuando, a mitad de camino, mi mano chocó contra el vaso inmóvil e indefenso que se mantenía pegado a la mesa gracias a la gravedad (al parecer no estaba en otro universo). Yo di el impulso externo que necesitaba el vaso para cumplir con mi visión. No era real, pero ahora lo era. Estaba viendo cómo el vaso se inclinaba con intención de tumbarse sobre la mesa y derramar su contenido, exactamente igual que hacía dos segundos, salvo la diferencia de haberme quedado pasmado observando el desastre en esta ocasión.

Vaya, ¡esto es nuevo! Desde un punto de vista esotérico, cualquiera diría que había previsto el futuro, aunque sólo fuera por dos segundos. ¡Pero menudo fracaso! Ese futuro no hubiera ocurrido de no ser por haberlo visto antes. Yo no tenía ningún motivo para lanzarme a por el vaso, pero, al ver el destino que le estaba reservado, intenté evitarlo no haciendo más que provocar ese futuro. Si no lo hubiera visto caer nada de esto habría ocurrido y mis pantalones seguirían secos. Si pretendía que el vaso no cayera la solución era no hacer nada, pero era imposible no reaccionar viendo venir la catástrofe. Desde el punto de vista de un observador externo de repente centré mi atención en el vaso y le arreé un manotazo porque sí. ¿Cómo se puede explicar la situación desde un punto de vista lógico?

Como predictor del futuro tampoco tiene mucho mérito decir que un vaso se va a caer y a los dos segundos ser tú mismo el que lo tire. Predicciones así se pueden hacer a porrones y acertar.

Sigo con otra cosa.



Ig Nobel

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Hace un par de meses hice una breve mención a los premios Ig Nobel y dije que algún día le dedicaría más tiempo al tema porque ya sabía algunas cosas y veía que era un tema en el que podía extenderme, pero después de hacer algo de investigación y ver las ceremonias de los últimos cinco años he descubierto que esto puede dar para mucho y que hay mucho más detrás de lo que parece a simple vista. Lo que pensaba que sería una entrada que caería al divertido cajón de curiosidades se ha convertido en una serie indefinida dentro de la categoría de ciencia. Tranquilos, será divertido igualmente, pero también será algo técnico.

Sin más, me parece adecuado empezar este viaje tan improbable dejando lo más clara posible la esencia de los premios y cómo son las ceremonias de entrega de premios, puro ejemplo de esa esencia. ¿En qué otra circunstancia se te plantea la posibilidad de lanzar un avión de papel a un escenario, darle sin querer a un premio Nobel de verdad y que éste te lo lance como respuesta? Todo está totalmente patas arriba, vamos a ello.

La idea de los premios Ig Nobel nació en 1991 como una crítica a aquellos experimentos publicados que no pueden, o no deberían ser, reproducidos. El más relevante en ese aspecto seguramente sea el Ig Nobel de química de 1991 por el persistente descubrimiento de que el agua tiene memoria, causando el resurgimiento masivo de la homeopatía como tratamiento de enfermedades. Además, el mismo hombre ganó el Ig Nobel de química en 1998 por seguir con esa investigación y descubrir que el agua no sólo tiene memoria, sino que además puede transmitir la información a través de líneas telefónicas e Internet. No pretendo desatar un debate sobre la homeopatía, pero al leer el artículo publicado se ve que falla bastante el fundamento científico (de hecho nadie ha logrado repetir el experimento publicado con éxito) y por eso recibió el premio.

Aún así, es erróneo pensar que los Ig Nobel son un premio malo, o unos "anti-Nobel". Nada más lejos de la realidad. El lema actual de los premios Ig Nobel es honrar aquellos logros que al principio hacen reír a la gente y después pensar. Es algo inusual, la mayoría de premios que existen son para el mejor o el peor de todos. Mejor o peor no es relevante para los Ig Nobel. Al final eres tú quien toma la decisión de si el logro es bueno o malo, y tener la posibilidad de pensar y elegir eso es lo que hace estos premios tan especiales.

Muchos de los premios rozan la absurdez absoluta, pero después te das cuenta de que no fue del todo fácil llegar a la conclusión o que incluso resultan más útil de lo que parecía al principio. Por ejemplo, en 2006 se llevó el Ig Nobel de biología un equipo que descubrió que un mosquito portador de malaria es igualmente atraído por el olor del queso Limburger que por el olor de los pies humanos. Pues desde entonces, se han diseñado trampas que usan ese queso como cebo para atrapar mosquitos en algunas partes de África para combatir la malaria, ¡y funciona!

Y de eso trata la ciencia, y creo que los Ig Nobel lo representan mucho mejor que nadie. Es graciosa. Los científicos tratan de dar sentido a cosas que nadie más intentaría dárselo y eso puede ser frustrante, va a ser un camino lleno de errores. Y si no son capaces de reírse de lo que hacen, lo van a pasar mal. Por suerte, por lo general tienen un buen sentido del humor y se hace notar año tras año en la entrega de los premios Ig Nobel.

La ceremonia de los Ig Nobel ocurre cada año a principios de otoño en el teatro Sanders en la Universidad de Harvard. Cada año se entregan 10 premios nuevos en distintas categorías, y los premiados reciben un premio Ig Nobel (cada año ambientado en la temática que haya en la ceremonia), un papel diciendo que han ganado un premio Ig Nobel, que además está firmado por varios premios Nobel, y algún detalle ocasional en referencia a antiguos premios Ig Nobel. Además, al recibir el premio también reciben un apretón de manos de varios laureados con el Nobel, que están presentes durante toda la ceremonia. ¡Todo un honor!

La ceremonia empieza con el público lanzando aviones de papel a una diana humana en el escenario. Después de eso se introduce a toda la gente importante que ha asistido a la ceremonia y se presentan a los ganadores del año. Suben al escenario todos cogidos de una cuerda como si fueran a preescolar y se da el tradicional discurso de bienvenida, en el que una mujer se pone al micrófono y dice "Welcome, welcome."

A partir de ese momento empiezan a repartirse los premios. Cada ganador tiene la oportunidad de dar un breve discurso para dar las gracias o explicar con detalle su investigación, pero como en las primeras ediciones esos discursos se hacían demasiado largos, desde 1999 hay una niña de 8 años (cada año se va cambiando, no es la misma desde hace 15 años) que salta al escenario cuando el ganador se pasa del tiempo que le tocaba y empieza a gritarle "¡Por favor, para! ¡Me aburro!" una y otra vez hasta que se calla. Puede parecer absurdo, pero los organizadores de los Ig Nobel descubrieron con asombro que el método era extremadamente eficaz para evitar largos discursos soporíferos. Algunos intentan combatir a la niña. Algunos simplemente deciden seguir hablando más fuerte, aunque la niña siempre gana en volumen. Una vez vi que la raptaban y la sacaban del escenario y muchísimas veces intentan sobornarla. He visto cómo le daban a la niña caramelos, juguetes, ¡incluso diamantes!, lo juro.

Entre premio y premio van intercalando eventos para amenizar la entrega. Cada año se prepara una mini-ópera relacionada con la temática de la ceremonia con cierto humor (y ciencia, naturalmente). De hecho, cada vez que alguien dice la palabra de la temática, todo el público tiene que gritar eufóricamente. También están las charlas 24/7. Expertos de distintos campos tienen que ser capaces de dar una explicación técnica de un tema en 24 segundos y después dar un resumen que cualquiera pueda entender en 7 palabras. Todo relacionado con la temática de cada año, por supuesto. Otra cosa notable es el concurso para ganar una cita con un premio Nobel. A la entrada al teatro se le da a cada asistente un folleto con el programa, y en sólo uno de ellos hay algo especial que determina el ganador del concurso. No sé hasta qué punto llegará después esa cita, pero sin duda es gracioso ver a los ganadores volverse locos desde el palco y bajar las escaleras corriendo y arrasando con todo para subir al escenario y abrazar a un premio Nobel.

Finalmente llega la excitante conclusión de la ópera, la mujer del mensaje de bienvenida da el discurso de despedida diciendo "Goodbye, goodbye" y, por último, se lanza la siguiente reflexión:

"Si este año no has ganado un premio Ig Nobel, y especialmente si lo has ganado, mejor suerte el año que viene."


Fuerza

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 Eh, Newton. Si tan listo eres,
¿por qué usas la fuerza para resolver tus problemas?