The Blonsky Device

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Detrás de toda investigación científica o invento se esconde una historia. Desde lo que inspira a una persona a pensar en el proyecto hasta todos los problemas por los que un equipo tenga que pasar hasta lograr el objetivo planteado.

Hoy os voy a hablar de un premio Ig Nobel y toda la historia que hay detrás de él. A medida que iba descubriendo detalles de esta historia cada vez me iba emocionando más. En el fondo es una historia de amor.

Los protagonistas de esta historia son la pareja formada por George y Charlotte Blonsky. En 1965 se les concedió una patente por su "aparato para facilitar el nacimiento de un bebé mediante ayuda de la fuerza centrífuga". (Podéis consultar la patente aquí si tenéis curiosidad)

A partir del título ya os podéis imaginar algo de lo que puede ser, pero una imagen lo ilustrará mejor que nada.


Extraída directamente de la patente, la figura muestra la Máquina de los Blonsky. Consiste en una gran mesa redonda con maquinaria en la parte de abajo. Cuando una mujer está a punto de dar a luz, se tumba en la mesa, se la ata bien fuerte por seguridad y la mesa empieza a girar a altas velocidades. Tarde o temprano el bebé saldrá volando gracias a la fuerza centrífuga.

Por esto, los Blonsky recibieron el Ig Nobel en salud pública en 1999. Recordad lo que expliqué la última vez sobre los Ig Nobel. Premian aquellos descubrimientos que primero te hacen reír y luego pensar. No los desprestigiemos por recibir ese premio, al fin y al cabo hay un esfuerzo dedicado al diseño del aparato y el fundamento teórico para utilizar la fuerza centrífuga es correcto. Por lo que se sabe, la máquina nunca ha sido empleada para su fin, aunque creo que hay un par de hospitales que tienen un módelo de la máquina por puro coleccionismo.

La gran pregunta que viene a la mente al ver algo así podría ser: "¿A qué clase de persona se le puede ocurrir hacer esto?" La verdad es que podría ser la máquina de tortura de cualquier psicópata y cualquier respuesta a la pregunta abarcaría ese espectro de gente. Pero la verdad es bien distinta a lo que podamos imaginar.

Los Blonsky eran una pareja dulce y agradable. Estaban casados cuando realizaron su invento y les gustaban los niños, aunque ellos mismos no tuvieron hijos. George era ingeniero, graduado en el MIT en la década de los años 20, y la pareja tuvo la idea durante una actividad que disfrutaban los dos bastante: visitar el zoo.

En los 60, los Blonsky vivían en el barrio del Bronx en Nueva York, y el zoo del Bronx era uno de sus sitios favoritos para ir a dar un paseo. Un día, caminaban cerca de los elefantes y vieron cómo uno de ellos lentamente daba vueltas sobre si mismo. Nunca habían visto un elefante hacer algo parecido y no entendían su motivo, así que le preguntaron al cuidador del zoo más cercano que vieron. El cuidador del zoo lo vio y les dijo que se trataba de una hembra de elefante embarazada y que es típico que se pongan a girar justo antes de dar a luz.

Los Blonsky volvieron a casa pensando en ello y en que había muchas mujeres con problemas para dar a luz. Lo explican bastante en la introducción de la patente, donde comentan que las mujeres que se han habituado a la vida en la ciudad tienen los músculos menos desarrollados y, por tanto, requieren una ayuda adicional para empujar a sus bebés al exterior. El tema acabó con Charlotte diciendo algo del estilo de: "George, tú eres ingeniero. Haz algo."

Y vaya si lo hizo. Aplicar cosas de la naturaleza para construir nuevos diseños o intentar nuevas formas de hacer las cosas es algo muy inteligente. Al fin y al cabo la naturaleza lleva millones de años de prueba y error dejando pasar sólo las mejores opciones, así que no es un mal modelo para buscar inspiración. El problema en esto es que, si alguien domina algo de elefantes, sabrá que los elefantes en realidad no giran antes de dar a luz ni nada parecido. Aquel elefante del zoo del Bronx tendría sus motivos para estar girando, pero desde luego no era por tener un bebé a punto de salir.

Entonces, ¿por qué mintió el cuidador del zoo? O no era muy buen cuidador o quiso gastarles una broma a los Blonsky que no pillaron. ¿No es alucinante? La inspiración de la máquina vino de un hecho falso, pero matemática y físicamente correcto a pesar de todo. La fuerza centrífuga de verdad empuja las cosas lejos del eje de rotación. Teniendo que compensar la fuerza de la gravedad y todo, ¿cómo de rápido tendría que girar la máquina de los Blonsky? La respuesta está en la siguiente tabla, presente también en la patente.


El propósito de la tabla era mostrar cuánta fuerza experimentarían tanto la madre como el niño debido a la fuerza centrífuga generada. A los Blonsky les preocupaba de verdad la seguridad. De hecho, fijáos cómo la máquina estaba diseñada para no exceder nunca los 7G, aunque hay pilotos de las Fuerzas Áereas que se desmayan a 4G, así que imagináos una mujer durante el parto...

1G es la fuerza normal de la gravedad, la que te impulsa hacia abajo. En la segunda columna se ven las revoluciones por segundo necesarias para alcanzar distintas G, o tantas veces la fuerza de la gravedad. A 4G, la mesa gira aproximadamente a una revolución por segundo, o sea, que cada segundo la mesa da una vuelta completa. Volved a la primera imagen para ver la mesa. En principio tiene un radio igual a la altura de la mujer. Imagináos ahora una cosa así dando una vuelta completa en un segundo. Y ahora imagináos atados a esa máquina, y empujando para sacar un bebé de vuestra barriga. Por suerte, dudo que haya que hacer mucha fuerza para eso si vas a 4G.

Esto me recuerda a una canción que escribí hace poco. Las intenciones de los Blonsky eran muy buenas, sólo querían hacer un favor a la gente con problemas, pero acabaron construyendo una máquina casi mortal. Sólo la ciencia es capaz de algo así.

Otro elemento de particular interés del aparato es la red de seguridad colocada a la salida de la vagina. Se puede ver en la imagen del principio, pero desde esta vista se aprecian mejor sus dimensiones.

Pensad en una masa de 3 a 4 kg, acelerada a un par de G, saliendo disparada de la vagina de la mujer. O las fibras de esa red son de kevlar reforzado con plomo o la inercia que tenga el bebé la atraviesa como si ni existiera. Expertos que han visto la máquina de los Blonsky acaban llegando a la conclusión de que "esa red quizás no sea adecuada para su propósito".

Todos los años, en la ceremonia de los premios Ig Nobel, hacen una ópera directamente relacionada con la ambientación de la ceremonia. En 2013 la ambientación era "Fuerza" y, como no podía ser de otra manera, la ópera contaba la historia detrás del invento de los Blonsky con algunas cosas añadidas.

En el momento de registrar la patente, Charlotte está embarazada, y cuando están a punto de rechazársela rompe aguas y la confusión hace que se la concedan. Después, Charlotte toma la valiente decisión de utilizar ella misma la máquina. Aunque sea un hecho ficticio, me gusta mucho ver esa historia de amor. Cómo ella confía tan plenamente en el invento de su marido por muy poco afortunado que sea.

Al final de la ópera están en el hospital George, el cuidador del zoo y el que registra las patentes y, justo cuando la máquina se pone en marcha, se dan cuenta de que la red puede no ser apropiada. Generan el caos en el escenario cuando de repente un muñeco de un bebé sale disparado y lo recogen entre los premios Nobel de verdad que asistieron. Ya comenté que las ceremonias son espectaculares.

Por desgracia, cuando les dieron el Ig Nobel a los Blonsky ya habían fallecido, pero su historia perdura, y el respeto que les tiene la organización de los premios Ig Nobel les hace más inmortales aunque no recibieran el mejor premio que pudieran esperarse.

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