Suicidio

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Nunca dejaré de sorprenderme de las cosas que encuentro en mis viajes.

Estaba buscando unas nuevas zapatillas de correr cuando me di cuenta de que en el piso en el que estaba no parecían estar, seguramente sería en el de arriba. No me explico cómo me pude equivocar.

Me aproximé a las escaleras y me fijé en un grupo de niños que estaban reunidos formando un corro al lado de un estante. Rodeaban y señalaban un aparato extraño que parecía estar en venta. La curiosidad me mataba por echarle un vistazo.

Me abrí paso entre los chicos y miré la máquina. Tenía una pequeña palanca naranja y se me ocurrió estirar de ella. A medida que lentamente iba volviendo a su posición inicial vi que la máquina tenía escrito "Back off" al lado de la palanca.

"¡Rápido! ¡¡Echáos atrás!!" les grité a los niños antes de que fuera demasiado tarde.

Cuando dimos unos dos pasos atrás todos volvimos a mirar la máquina. Justo en ese momento la palanca volvió a su sitio y se escuchó un clak.

Acto seguido salió de la máquina una especie de brazo de metal con varias garras en su extremo. Cualquiera podría pensar que se trataba de la mano de Eduardo Manostijeras, aunque sinceramente a mí me recordó antes a la zarpa de un gato.

El caso es que el brazo metálico se movía de un lado a otro, girando las garras, dando cuchilladas violentas en el aire. Pensaba que sólo existían en Futurama, pero parece que me encontraba ante una máquina de suicidios real.

Supongo que los niños la miraban con tanta fascinación como yo, aunque me daba la impresión de que no era la primera vez que la veían en funcionamiento. He de admitir que mientras la observaba pensaba que por lo menos como máquina de suicidio debía ser bastante eficiente.

Tras medio minuto de rasgar el aire el brazo comenzó a retraerse sobre sí mismo como señal de la faena ya terminada y cuando nadie lo esperaba se lanzó hacia delante en línea recta a toda velocidad, enganchándose en la chaqueta vaquera de uno de los niños.

Todos nos asustamos en ese momento, pero por suerte las cuchillas no llegaron a alcanzarle.
Delicadamente con la mano le desengancho la chaqueta y le digo "Dije que atrás."

Después de esto salgo del corro y me dirijo a las escaleras.


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