[ALERTA SPOILERS]
Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen un
relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el
principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y
clickar en "Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás
que empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al
que le gusta saber el final antes de empezar la historia o simplemente
te divierte mirar letras puedes seguir leyendo bajo tu propia
responsabilidad. Gracias.
Para sorpresa de ambos, no se veía a nadie dentro del edificio. Las luces estaban encendidas muy tenuamente y no había nadie tras el mostrador de recepción. Tenía sentido que no quedara nadie trabajando a esas horas, ¿pero por qué estaba abierto? Supongo que la respuesta estaría relacionada con el hombre del maletín, pero hacía tanto que no sabíamos de él que casi me había olvidado del motivo por el cual estábamos en ese lugar.
En el centro de la planta baja había un estanque enorme. En medio, suspendida en el aire, colgaba una esfera metálica de dimensiones exorbitantes. El pulido de la superficie era excelente. A pesar de sus dimensiones no se apreciaba ni una sola rugosidad y el reflejo que se veía mostraba una imagen de la sala excepcional.
Gina me sacó de mi estupefacción haciendome ver los ascensores que había al lado de recepción. Había dos, y casualmente estaban los dos en el piso 28. Nos quedamos un momento observando las pantallas que así lo indicaban. Entre los dos decidimos llamarlo para subir. No tenía pinta de que lo hubiera usado alguien que no fuera el hombre del maletín, aunque era extraño que ambos ascensores compartieran ubicación.
Al apretar el botón la pantalla de la izquierda empezó a cambiar el número mostrado.
Cuando apareció el número 22 la otra pantalla empezó a indicar que el otro ascensor bajaba también.
-¡Jueff, nos han descubierto!- exclamó Gina.
-No pasa nada. Tenemos tiempo para maniobrar, pero hay que ser rápidos y precisos. En cuanto se abran las puertas de nuestro ascensor nos metemos sin vacilar un instante.
La pantalla izquierda marcaba el número 10 en ese momento. Gina y yo estábamos cada vez más nerviosos. No podíamos hacer más que permanecer inmóviles mientras veíamos cómo nuestro perseguidor se acercaba. Podía ser perfectamente el fin de la historia y lo veíamos venir lentamente en forma de cuenta atrás.
Ya estaba en el piso 3... piso 2... piso 1... Maldita sea, se hizo un mundo hasta que se abrieron las puertas. La otra pantalla marcaba el número 4 en ese momento. Rápidamente nos metimos en el ascensor y pulsamos el número 28. El botón correspondiente se iluminó, pero las puertas tardaron en reaccionar.
No podía haber ido más apurado. Escuchamos las otras puertas abrirse a la vez que se terminaron de cerrar las nuestras.
Gina y yo suspiramos de alivio a la vez. Nos habíamos conseguido librar de momento. Así como la espera se había hecho eterna, el momento de subir pasó fugazmente. Pese a todo, nos sentíamos seguros dentro de ese ascensor. Aún rodeados de peligro, esa caja nos aislaba de todo y nos protegía, aunque era una falsa sensación de seguridad.
En los espejos que cubrían todas las paredes se veían claramente reflejados en nuestras caras el miedo y la incertidumbre que nos invadía. Gina y yo nos abrazamos cálidamente. Por muy calmados que estuviéramos tras el momento de tensión, sabíamos más que de sobra que nada nos protegería al atravesar las puertas otra vez.