[ALERTA SPOILERS]
Esta entrada pertenece a una serie de entradas que componen
un relato que estoy escribiendo. Si tienes interés en leerlo todo desde el
principio puedes ir a las etiquetas que hay en la parte derecha y clickar en
"Relatos". Ahí tendrás todo en orden inverso, así que tendrás que
empezar desde abajo del todo e ir subiendo. Si eres un masoca al que le gusta
saber el final antes de empezar la historia o simplemente te divierte mirar
letras puedes seguir leyendo bajo tu propia responsabilidad. Gracias.
Los
detalles. Siempre los detalles. Forman parte de mi estilo, y probablemente mi
éxito resida en que gusten esos detalles. Son clave para introducirse en la
escena. Dan esa pequeña información aparentemente sin importancia que te hace
pensar si el que lo cuenta realmente estuvo ahí para fijarse en ellos. Cuantos
más detalles, más completo y real es el escenario.
Pero
fijarse en los detalles no es fácil, requiere bastante práctica. Primero hay
que empezar con cosas sencillas y no muy cargadas para después, avanzando
progresivamente, llegar a cosas más complejas y, al alcanzar la maestría,
entonces es cuando se está preparado para sacar conclusiones a partir de los
detalles. Hagamos un ejemplo ahora mismo, yendo del nivel más básico al más
avanzado.
El
asiento que tengo enfrente de mi tiene un recubrimiento de color azul y en la
parte inferior hay una rejilla con algunos folletos y revistas de medidas de
seguridad y publicidad de la compañía de tren. No hay ningún apoyo para los
pies debajo del asiento. Si me hubiera encontrado subido al tren sin ningún
recuerdo de cómo llegué aquí tendría bastante información. Con todo esto podría
deducir que no viajo en primera clase y si examinara bien la revista podría
acabar suponiendo a dónde me dirijo, o al menos dejar un número reducido de
posibles destinos.
Asomo
la cabeza por el pasillo y... un momento... ¿esa chica me estaba mirando? En
fin, asomo la cabeza y visualizo todo el pasillo. Empiezo a contar una a una
las filas de asientos hasta llegar a la mía. Uno, dos, tres, cuatro,... ¡otra
vez! juraría que me estaba mirando a mí. Me salen trece filas. Alzo la vista
para ver el número del asiento impreso en el portaequipajes al otro lado del
pasillo y corroboro mi cuenta. "13 A-B" indica la pegatina, así que
de esto podría sacar dos cosas. Primero, todavía tengo la capacidad de contar
de uno en uno y, segundo, las pegatinas del tren son de fiar. Estas
conclusiones no son gran cosa, pero no se puede sacar mucho de lo trivial.
Podría observar un rato el paisaje, pero no estoy al lado de la ventanilla y no
vería muy bien.
Ahora
que ha quedado claro el mecanismo y he calentado un poco podemos pasar a un
nivel superior: las personas. Las personas ofrecen infinidad de detalles, pero
hay que saber verlos. No a todo el mundo le hace gracia ser observado
fijamente, así que hay que ser un poco sutil y actuar con disimulo. Por
ejemplo, no podría sacar mucho del hombre que tengo a mi lado, distraído
mirando por la ventanilla, porque se sobresaltaría si me descubriera
examinándole y tampoco hemos entablado más confianza que la de un saludo al
sentarnos juntos. Abrir una conversación a estas alturas del trayecto sería
extraño. De todos modos, mi posición es más o menos privilegiada para observar
a los demás, o por lo menos a los que están sentados en el lado del pasillo
como yo. ¡Otra vez me estaba mirando esa chica! Creo que voy a tener que
empezar con ella.
Como he
comprobado que las pegatinas de los asientos son de fiar sé que está sentada en
la fila nueve, en el mismo lado que yo. ¿Por qué razón estaría mirando tanto
hacia atrás? En un ataque de ego personal he pensado que me estaba mirando a
mí, pero no tiene sentido que lo haya hecho tantas veces. Tiene que haber otro
motivo. Tal vez quiera ir al baño y esté esperando a que esté vacío. Hmm, está
sentada al lado de un chico. Posiblemente sea su novio, los dos parecen más jóvenes
que yo. Maldita sea, no consigo nada de detalle desde mi sitio. Unas caricias o
unas palabras al oído entre ellos me darían la razón, pero no puedo saberlo.
Esto
está resultando un tanto frustrante, voy a cambiar de objetivo. Al fondo veo
asientos para cuatro personas. Uno de ellos está ocupado por un niño pequeño y
enfrente de él hay una señora bastante mayor. Yo diría que es su abuela. Sin
embargo, el niño está hablando con alguien que está sentado al otro lado del
pasillo. Seguramente sean sus padres, por lo que se tratará de una especie de
vacaciones en familia.
¡Oh,
esto sí que es curioso! Un poco más cerca, sobre la fila cinco, hay un hombre
trajeado y lleva un maletín en sus manos. Podía haberlo dejado en el
portaequipajes que tiene encima pero eso le debió parecer demasiado arriesgado.
Lo más seguro es que dentro del maletín haya algo frágil, como un portátil o
algo electrónico que haya que tratar con cuidado. Lo que está claro es que para
él tiene suficiente valor como para no soltarlo de las manos durante el viaje.
Sí, ha
sido un fracaso de experimento. ¿Pero qué podía esperar? No se puede descubrir
al ladrón de las joyas si nadie ha robado joyas. Además, mi posición me
limitaba bastante para ver las cosas. Tendré que practicar un poco más estos
días. De momento he visto bastante de esta escena. Voy a cerrar los ojos hasta
que el tren llegue a su destino.
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