Un latido

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Nunca es cómodo estar en la mesa del quirófano, pero supongo que no quedaba más remedio.

Un hombre mayor abrió la puerta que veía desde mi posición tumbado y llamó la atención de una de las enfermeras.

-Enhorabuena. Has sido elegida para la Promoción. Si mantienes durante seis días igual de intacto y perfecto tu historial podrás marcharte.

Se fue cerrando la puerta y el resto de enfermeras corrieron a abrazarla entre gritos. Era la mejor noticia que cualquiera podría recibir en estos momentos. La alegría se contagiaba por todo el quirófano.

Después de recibir las felicitaciones se acercó a mi posición. No podía dejar de mirarla, era guapísima. Seguramente ésta era la última vez que podría hablar con ella, así que era ahora o nunca.

-Qué suerte. Ojalá algún día nos veamos al otro lado. Seguro que todo te va bien. Búscame, por favor.

Sonrió ruborizándose y asintió.

Otra de las enfermeras me inyectó la anestesia en la muñeca izquierda. Lentamente sentía cómo mis venas transportaban el líquido y mi brazo se dormía poco a poco. La miré una última vez.

El líquido llegó al corazón. Un latido. De golpe mi cuerpo experimentó un ataque global. Absolutamente todos los trozos de mí estaban en peligro. Un latido. Mi cabeza daba vueltas. Mi pensamiento se nublaba. "Tengo que resistir como sea", pensaba. Me costaba ser consciente.

Un latido.


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