Al cogerla, entre insultos y blasfemias, el atracador comienza a vaciar el contenido y lanzarlo al suelo enfadado o incluso a la cara del hombre. Lo tira todo: billetes, fotografías, tarjetas de crédito...
Cuando acaba, sin dejar de apuntar con la navaja al hombre, se marcha con su codiciada cartera. El hombre se queda solo en el callejón con todas sus cosas por los suelos y algunos billetes siendo llevados por el viento.
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