Hablo del Wolframio, que es uno de los pocos elementos descubiertos por españoles (se nos atribuyen el platino, el wolframio y el vanadio a medias con los suecos). El Wolframio es un metal muy pesado y es el elemento con mayor punto de fusión conocido hasta ahora, por lo que resulta interesante como material o refuerzo de materiales.
Pero la historia del Wolframio viene de antes, de cuando se descubrió. Si os habéis fijado alguna vez, habréis encontrado que el Wolframio también se conoce como Tungsteno. ¿Cómo es que un elemento tiene dos nombres distintos? Recurramos a la verdad histórica para resolver el misterio.
En 1781 el sueco Scheele, que tiene en su haber el descubrimiento del oxígeno, nitrógeno, cloro, bario, manganeso y molibdeno, describió el tungsteno, pero no lo aisló completamente, sino que simplemente obtuvo su óxido y lo publicó. A todo esto, tungsteno en sueco quiere decir piedra pesada.
Dos años más tarde, unos hermanos riojanos lograron aislar completamente el elemento y le dieron el nombre de Wolframio como queda reflejado en sus artículos publicados.
Clásicamente se acepta que el que aísla un elemento tiene derecho a elegir su nombre (suena sensato), pero en el tiempo que pasó entre un descubrimiento y otro la palabra "tungsten" se había popularizado en el habla inglesa y ahí se quedó. El elemento 74 tiene el símbolo "W" y se refiere al Wolframio o al Tungsteno, dependiendo del lado de quién estés.
La IUPAC, que viene a ser la institución que le da nombre a todo en la química, aceptaba las dos palabras como correctas, llegando incluso a aceptar únicamente "Wolframio" en una conferencia en 1949. Esto se ha ido revisando hasta la última actualización al respecto, en 2005, en la que se acepta el nombre de "Tungsteno" y se suprime el nombre alternativo "Wolframio". Y esto desata una discusión enorme en la comunidad científica española, que está acostumbrada a utilizar el término "Wolframio".
Desde que descubrí esta simple e inocente anécdota me he ido fijando más en cómo se lo toma la gente veterana en ese mundo. Desde profesores que claramente enfatizan la palabra "Wolframio" con un tono desafiante para el que se atreva a corregirles con "Tungsteno" hasta artículos en internet que aparentemente deberían tratar sobre quién tiene derecho a ponerle el nombre pero acaban tocando temas nacionalistas y del "orgullo español" de una forma que me parece exagerada.
A esa gente les empecé a llamar "Nazis del Wolframio" porque aunque les prohiban utilizar ese término ellos siguen utilizándolo, tal y como ellos creen que debería ser. Esto es una guerra. A un lado están los pro-Wolframio y al otro los pro-Tungsteno. El modo más significativo para saber quién es amigo y quién es enemigo es ir al artículo de Wikipedia de cada idioma y ver cómo lo tienen.
Por supuesto, el artículo español es de Wolframio, y como es de esperar, el sueco y el inglés son de Tungsteno. ¿Podemos confiar en nuestros vecinos o estamos rodeados de traidores? Francia e Italia son pro-Tungsteno, ¡incluso Cataluña! ¿Portugal es pro-Tungsteno? Pensaba que éramos amigos. Grecia, Turquía y Alemania apoyan el Wolframio, aunque creo que Alemania de rebote porque los hermanos riojanos que lo descubrieron pusieron Wolframio a partir de palabras alemanas. La pelea sigue, tenemos a Polonia, Rumanía y Rusia. ¡Hasta el Esperanto está de nuestro lado! En contra nuestra está la mitad de idiomas extraños para mí que ofrece Wikipedia. No sabría decir de qué lado están los chinos y los japoneses. No me atrevo a utilizar el traductor de Google, podría estar comprado por el enemigo. Aunque pensándolo bien, ¿qué criterio pueden seguir esos países para ponerse en cualquier bando?
Lo curioso es que al final de toda esta historia me he acabado convirtiendo en un "Nazi del Wolframio" yo mismo, aunque sólo sea por la absurdez de la historia que hay detrás de ese elemento, así que no me oiréis hablar nunca de "Tungsteno", salvo que sea para explicar lo que acabo de explicar.